Dios está con Nosotros: en su Palabra y en nuestro Prójimo
Lecturas: (1ra: Dt 30, 10-14; Sal: 68; 2da: Col 6, 1, 15-20 Ev: Lc 10, 25-37)
Esta breve reflexión fue escrita por el Reverendo Padre Njoku Canice Chukwuemeka, C.S.Sp. Él es un sacerdote católico y un miembro de la Congregación de los Padres y Hermanos del Espíritu Santo (Espirítanos). Él está trabajando con el Grupo Internacional Espirítano De Puerto Rico y República Dominicana. Él es el administrador de la Parroquia La Resurrección del Señor, Canóvanas y el Canciller de la Diócesis de Fajardo-Humacao, Puerto Rico. Para más detalles y comentarios se puede contactarlo en: canice_c_njoku@yahoo.com, cancilleriadfh@gmail.com, canicechukwuemeka@gmail.com.
En este décimo quinto Domingo del tiempo ordinario celebramos a Dios que está cerca de nosotros en su palabra y en nuestro prójimo. Como la imagen del Dios invisible y el buen samaritano, Cristo está cerca de nosotros en todas las circunstancias de la vida. Por lo tanto, la Iglesia nos urge a reconocer la presencia de Dios tanto en su palabra y en nuestro prójimo.
La primera lectura es parte del mensaje de despedida e instrucción final de Moisés a su pueblo. Este mensaje subraya la importancia de permanecer con Dios a través de su palabra. Es decir, vivir según sus mandamientos en la sagrada escritura. A través de esta lectura, Moisés nos recuerda que Dios está vivo, activo, y siempre cerca de nosotros en su palabra: “La palabra está muy cerca de ustedes, en su boca, y en su corazón, para que la practiquen.
Por lo tanto, debemos buscarlo en las escrituras, pidiendo al Espíritu Santo que ilumine los ojos de nuestra mente (Ef 1:18). También estamos llamados a obedecer y vivir según la palabra de Dios porque, es la fuente de la vida. Dios plenamente nos ha revelado a sí mismo en su palabra, y sólo aquellos que hacen esfuerzos frenéticos lo encontrarán. Así que, el salmo responsorial de hoy nos amonesta: “Busquen al Señor, y vivirán.” Lo más fácil lugar de encontrar a Dios es en su palabra. También, lo más fácil manera de tener intimidad con Él es, vivir según su Palabra.
En la segunda lectura, también, Pablo nos recuerda cuán cerca Dios está de nosotros. A través de su hijo, Jesucristo (“la imagen invisible del Padre que no se ha visto”), Dios vino a morar entre nosotros. Dios habló su Palabra, y se convirtió visible entre nosotros. Así que, Pablo llama la atención sobre el hecho de que, Dios decidió morar con nosotros a través de Jesucristo. El propósito es para reconciliarnos con su mismo a través de Jesucristo. Además, como el cuerpo de Cristo, la iglesia es la presencia visible de Cristo con nosotros.
En el Evangelio, Jesús dirigió al doctor de la ley a las escrituras. Haciendo esto, Jesús trata de hacerle comprender que Dios se encuentra en su palabra. Amar a Dios, por lo tanto, es amar su palabra. Jesús reforzó esto por contar la historia del buen samaritano. La Palabra de Dios es personificada en el buen samaritano en el Evangelio de hoy. La palabra de Dios es Jesús mismo quien nos habla. Primero, como el buen samaritano, Jesús está siempre cerca de nosotros, ayudándonos en nuestra fragilidad y levantándonos de nuestros caídos.
El Evangelio de hoy también nos presenta otro lado de cómo Dios está cerca de nosotros. Es decir, en nuestro prójimo. Como un humilde maestro, Él siempre se hace presente a nosotros en cosas y formas sencillas. Está cerca de nosotros en las escrituras, en los pobres, en los justos, en los piadosos, en los marginados, en los enfermos y en los débiles. Como el buen samaritano, si buscamos a Dios en estos, lo vamos a encontrar. El buen samaritano vio y encontró a Dios en la víctima de los ladrones y malvados, y se conmovió a ayudarle.
El buen samaritano representa a aquellos que buscan a Cristo en los débiles, heridos y los pobres. Cristo es un buen samaritano por excelencia. Él está disponible para venir a nuestra ayuda cuando estamos débiles, despreciados y abandonados. Él está siempre listo para ayudarnos a recuperarnos de nuestras heridas, y está cerca para cuidar y sanarnos. Por lo tanto, el salmista pregunta: “… ¿Qué nación tan grande tiene sus dioses tan cerca de ella como el Señor, nuestro Dios…? ” (Dt 4:7).
¡La paz sea con ustedes!
¡Maranatha!