Dios Bendice y Trae a los Humilde a Sí Mismo
Lecturas:1ra: Sof 2: 3; 3, 12-13; Sal: 145; 2da: I Co 1:26-31; Ev: Mt 5:1-12
Esta breve reflexión fue escrita por el Padre Canice Chukwuemeka Njoku, C.S.Sp. Es un sacerdote católico y miembro de la Congregación del Espíritu Santo (Espirítanos). Es un misionero en Puerto Rico. Es el Párroco de la Parroquia la Resurrección del Señor, Canóvanas y el Superior Mayor la Congregación del Espíritu Santo (Espirítanos), Circunscripción de Puerto Rico y Republica Dominicana. El Padre Canice es miembro de la academia de homilética (Academy of Homiletics). Para más detalles y comentarios se puede contactarlo al: canice_c_njoku@yahoo.com, cancilleriadfh@gmail.com, canicechukwuemeka@gmail.com.
(https://orcid.org/0000-0002-8452-8392)
En este cuarto domingo de tiempo ordinario la Iglesia nos recuerda el hecho muy importante, la delicia de Dios en los humildes. Él se acerca a ellos, los bendice y reúne a sí mismo. Dios mira a los humildes y los llena con su sabiduría, la virtud y la santidad de Cristo. Por lo tanto, los humildes y los justos dependen en Dios.

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En la primera lectura del libro de Sofonías, Dios promete preservar un remanente de Israel. Sin embargo, una cosa notable sobre esta promesa es que este grupo se haría de la gente humilde. A través de la iglesia, Dios nos ha invitado a formar parte de este humilde pueblo que pone su confianza en él. Estamos invitados formar parte de este remanente a través la integridad, la honestidad, la humildad y la obediencia a Dios. A veces, tratamos de resistir este resto prestigio a la cual Dios nos ha invitado. Esto es porque, a menudo pensamos que podemos conseguirlo sólo con dinero, fama y poder. No nos engañemos, pero sigamos los valores permanentes que irradia de la persona y vida de Jesucristo.
En nuestra segunda lectura, Pablo nos recuerda que Dios se deleita en los humildes de corazón. Es cierto que aunque él no discrimina, muchas veces elige a los humildes y pobres de espíritu. Por lo tanto, Pablo nos anima a no avergonzarse de la comunidad cristiana debido a su composición de miembros de poca sabiduría humana, inteligencia, poder y riqueza material. La mayoría de nuestras comunidades están formada por los pobres del mundo. Esta es la voluntad de Dios manifestada en Cristo y testificada en el resto de la revelación.

Por lo tanto, Pablo nos recuerda que Dios nos llamó para formar parte del remanente aun cuando no éramos sabios en el sentido ordinario del mundo. Lo hizo para realizar su plan. No nos escogió porque éramos ricos o sabios. Por el contrario, él nos escogió por nuestra humildad. Por esto, Dios se ha convertido en nuestra sabiduría, virtud y santidad. Estas son las cualidades que realmente desea en su pueblo. Todos los que tienen estos son los bienaventurados.
El Evangelio de hoy es del sermón de la montaña. Cristo relata y nos recuerda las virtudes cristianas más importantes. Son las que nos ayudarán a formar parte de este remanente que Dios promete elegir por sí mismo en la primera lectura. Si meditamos en esto, veremos que los pobres de espíritu, los que sufren, los que lloran, los hambriento y sediento de justicia, los que trabajan por la paz, los misericordiosos, los puros de corazón, los insultados y perseguidos están viviendo un despojo voluntario que los acerca más a Dios.
Por tanto, son bienaventuranzas vivientes que vemos en los santos de todos los tiempos. san Francisco fue despojado en la pobreza, san Ignacio en obediencia, san Agustín prefirío el amor de Dios, santo Tomás de Aquino abrazó la sabiduría de Dios, y santa Teresa de Ávila empapó sí misma en la oración. Estos y otros santos son reflejos del mismo Cristo. Son los bienaventurados.
Hoy, la Iglesia nos recuerda que también podríamos ser parte de ellos si perseveramos, también, como lo hicieron. Hoy en día, son los miembros plenos de los restos en el reino eterno de Dios. Se rezan y esperan para que poder unirse con ellos un día en el reino de Dios. “Bienaventurados los pobres de espíritu porque de ellos es el Reino de Dios.”
! La paz sea con ustedes!
¡Maranatha!