Homilía Para El Domingo Séptimo Del Tiempo Ordinario, Año A

Amor Sin Fronteras 

Lecturas: (1ra: Lev 19, 1-2. 17-18; Sal: 102, 1-4. 8-13; 2da: 1 Co 3, 16-23; Ev: Mt 5:38-48)

Esta breve reflexión fue escrita por el Reverendo Padre Njoku Canice Chukwuemeka, C.S.Sp. Él es un sacerdote católico y un miembro de la Congregación de los Padres y Hermanos del Espíritu Santo (Espirítanos). Él está trabajando con el Grupo Internacional Espirítano De Puerto Rico y República Dominicana. Él es el administrador de la Parroquia La Resurrección del Señor, Canóvanas y el Canciller de la Diócesis de Fajardo-Humacao, Puerto Rico. Para más detalles y comentarios se puede contactarlo encanice_c_njoku@yahoo.com, cancilleriadfh@gmail.com, canicechukwuemeka@gmail.com.

Hoy, la Iglesia llama a nuestra atención a esta virtud teológica y bien importante, amor. Celebramos el Señor que es compasivo y amor. Como celebramos a Cristo que es el amor, la Iglesia nos llama a ser como él. Esto es porque, nos estamos en Cristo, como las piedras que están un templo erigido para dar gloria a Dios.

Amor es una palabra muy simple. Se compone solamente de cuatro alfabetos (A-M-O-R). A pesar de su simplicidad, es una de las virtudes más difíciles de practicar. Esto es porque es más fácil hablar de amor que practicarla. San Agustín dijo: “ama y haga lo que desea hacer”. Por lo tanto, cualquier palabra o acción que no está motivada por el amor es simplemente, una flatus vocis (vacía). Se supone que debemos ser “Ilé Ifé” (casa del amor), de la cual fluye el amor y se dispensa a los demás. Por lo tanto, ser un discípulo de Cristo, es amar sin límite y condiciones.

La primera lectura de hoy se centra fuertemente en el amor del prójimo. Basta tomar nota de que no especifica ninguna condición que nuestro prójimo debe cumplir para que nosotros pudiéramos amarle. En palabras de orden, tiene que ser incondicional. En esta lectura, Dios nos dice que la mejor manera de lograrlo: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo!” Esto significa, ser fieles a otros como a uno mismo. Es importante tener en cuenta que una persona egoísta no puede amar a los demás.

En la segunda lectura, Pablo exalta a los Corintios, así como a nosotros. Él avanzó un argumento con el fin de ayudarnos a vivir en el amor como una familia. Por lo tanto, nos recuerda que somos templo de Dios. Es decir, casa de amor. Por lo tanto, no debemos destruir este templo porque pertenecemos a Cristo. El templo podría ser destruido si falta de amor, pero guarda la división de puertos y el odio.

En el Evangelio, Jesús continúa su enseñanza y su discurso sobre los mandamientos de Dios. Él toma amor a otra dimensión: “Aman a sus enemigos y oran por los que les persiguen…” Francamente, esto es una enseñanza difícil. Sin embargo, Pablo nos recuerda: “Yo puedo hacer todas las cosas en Cristo que me fortalece” (Phil 4, 13).

Hoy, Cristo nos da un nuevo mandamiento. Ser capaz de amar sin importar mucho las dificultades es una marca de un verdadero cristiano. Amor une, porque perdona, tolera, corrige suavemente y con paciencia (1 Corintios 13). Una comunidad que falta de verdadero amor nunca progresa. Asimismo, una familia que falta de amor nunca durará. Un individuo que falta de amor no puede amar incluso, a sí mismo, u otros suficientemente.

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Jesús predicó amor y generosidad hacia nuestros enemigos. Por desgracia, por naturaleza somos vengativos. Sin embargo, venganza sólo corroe nuestro corazón y entristece el espíritu. Debemos imitar a Cristo, que oró por sus enemigos: “Padre perdónalos porque no saben lo que hacen” (Lc 23, 34). Debemos estar dispuestos a dejar la venganza en las manos de Dios. Jesús no amenazó sus acusadores, sino que los mostró amor, porque amor es la raíz de la vida. Es la medicina que sana todos los corazones.

Por último, hoy el salmista nos dice que: “El Señor es compasivo y amoroso…y rico en misericordia.” El salmista une tres importantes virtudes amor, compasión y misericordia. Estos son atributos de Dios. Por lo tanto, como imágenes de Dios, se suponen sean los atributos de cada uno de nosotros. Puedan la paz amor y compasión reina en nuestros corazones. 
¡La paz sea ustedes!

¡Maranatha!

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