La Buena Nueva Nos Libera
Lectura: 1ra: Neh 8, 2-6. 8-10; Sal: 18; 2da: I Co 12:12-14. 27; Ev: Lc 2:1-4. 4, 14-21
Esta breve reflexión fue escrita por el Reverendo Padre Njoku Canice Chukwuemeka, C.S.Sp. Él es un sacerdote católico y un miembro de la Congregación de los Padres y Hermanos del Espíritu Santo (Espirítanos). Él está trabajando con el Grupo Internacional Espirítano De Puerto Rico y República Dominicana. Él es el administrador de la Parroquia La Resurrección del Señor, Canóvanas y el Canciller de la Diócesis de Fajardo-Humacao, Puerto Rico. Para más detalles y comentarios se puede contactarlo en: canice_c_njoku@yahoo.com, cancilleriadfh@gmail.com, canicechukwuemeka@gmail.com.
Hoy, el tercer domingo del tiempo ordinario, nos alegremos en la buena nueva de la salvación que Cristo nos trae. Esta buena nueva nos une como un pueblo de Dios y nos permite trabajar y caminar juntos por el reino de Dios.
En nuestra primera lectura, después de que el pueblo había trabajado junto para alcanzar su objetivo y su libertad, Nehemías los reunió y los leyó la buena nueva. Después de escuchar y meditar sobre la palabra de Dios, el pueblo resonó “¡Amén!”
En nuestra segunda lectura, a través de su carta a los Corintios, Pablo nos anima a permanecer unidos y a trabajar juntos como un solo cuerpo de Cristo. Para lograr este objetivo, todos deben ser considerados importantes. Debe haber reconciliación, entendimiento, sinceridad y respeto mutuo el uno por el otro.
En el Evangelio de hoy, Lucas narra su propio “cuenta sólido y ordenado” de los acontecimientos sobre Cristo. Su audiencia es “Teófilo”. Este nombre griego simplemente significa “amante o buscador de Dios”. Históricamente hablando, se cree popularmente que Teófilo simplemente se refiere a todos los que aman o buscan a Dios. Por lo tanto, esta buena nueva es para todos nosotros que aman a Dios sinceramente.
Hoy, Jesús presenta su misión. Esto es, el cumplimiento de la profecía de Isaías 61: “El espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para llevar a los pobres la buena nueva, para anunciar la liberación a los cautivos y la curación a los ciegos, para dar libertad a los oprimidos y proclamar el año de gracia del Señor. Esta profecía se hizo cuando los israelitas vivían en la esclavitud y la miseria en el exilio.
Así, usando estas mismas palabras como base de su misión, Cristo anunció su reinado de paz, justicia, libertad y amor a todos aquellos que sufren de todo tipo de opresión e injusticia.
Como Nehemías en nuestra primera lectura, Cristo proclama las buenas nuevas de la nueva era para todos nosotros. Es importante señalar que esta buena noticia no se dirige sólo a los materialmente pobres, sino a todos: ” Los pobres en espíritu, de ellos es el reino de Dios ” (Mt 5:3).
La buena noticia nos libera de dos tipos de esclavitud. La primera es la esclavitud auto impuesta. Resulta de los pecados personales y los errores en la vida. Nos hace, espiritualmente ciegos y débiles. Paraliza nuestra vida espiritual y endurece nuestros corazones contra Dios y todo lo que es bueno.
Esta es la peor forma de esclavitud, porque nos afecta tanto espiritualmente y físicamente. Sólo Cristo puede liberarnos de esta esclavitud. Podemos lograr esta liberación por aceptar la buena nueva, y reconciliarse con Cristo y con nosotros mismos.
El otro tipo de esclavitud es la que nos impone otros o la sociedad. Esta incluye injusticias estructurales, económicas y sociales que no nos permiten vivir una vida plena en este mundo, incluso cuando hacemos todos los esfuerzos necesarios.
Ambos son grandes fuentes de dolor y carga para nosotros. Sin embargo, es importante notar que Cristo nos fortalece para vencer todos. Así que, con el salmista de hoy, exaltamos al Señor: “ Tú tienes, Señor, palabras de vida eterna. “.
¡La paz sea con ustedes!
¡Maranatha!