Alégrese mi Pueblo
Lecturas: 1ra: I Sam 16:1. 6-13; Sal: 22; 2da: Eph 5:8-14; Ev: Jn 9:1-41
Esta breve reflexión fue escrita por el Reverendo Padre Njoku Canice Chukwuemeka, C.S.Sp. Él es un sacerdote católico y un miembro de la Congregación de los Padres y Hermanos del Espíritu Santo (Espirítanos). Él está trabajando con el Grupo Internacional Espirítano De Puerto Rico y República Dominicana. Él es el administrador de la Parroquia La Resurrección del Señor, Canóvanas y el Canciller de la Diócesis de Fajardo-Humacao, Puerto Rico. Para más detalles y comentarios se puede contactarlo en: canice_c_njoku@yahoo.com, cancilleriadfh@gmail.com, canicechukwuemeka@gmail.com.
“Alégrese Jerusalén…Gozan, con ella todos los que le aman.” (Is 66:10). Hoy es el Cuarto domingo de la cuaresma, conocido como domingo de “Laetare.” Este domingo, la Santa Madre Iglesia nos exhorta a estar alegres y relajarnos porque, Cristo nos ilumina, y sana nuestra ceguera espiritual.
En el Evangelio de hoy, Jesús restauró la vista de un hombre ciego de nacimiento. Aquí, Jesús demuestra que Él se preocupa por el bienestar de su rebaño. Esto lo hace, sobre todo, con los enfermos, los débiles y los marginados. Por eso, rompió la barrera cultural y religiosa de Sabbat para salvar ciego hijo de Dios.
Los discípulos de Jesús le preguntaron: “¿Rabí, quien pecó, este o sus padres, para que naciera ciego?” De esta pregunta, es obvio que la idea era que todo sufrimiento era causado por el pecado. Sin embargo, la respuesta de Jesús mostró lo contrario. Esto es porque, a veces, Dios permite algunas cosas para la manifestación de su gloria. Así que, este milagro de Cristo reveló el poder y la gloria de Dios.
Hay muchas lecciones que debemos aprender del evangelio de hoy. La primera es que, el hombre era obediente a la instrucción: “Ve a lavarte en la piscina de Siloé.” Así que, como este hombre, hay que obedecer la orden de Cristo para sanarnos.
La Segunda lección es que, debemos ser consistentes en nuestras fe, palabras y convicciones. A pesar de todas las intimidaciones de los fariseos, el hombre seguía siendo veraz y firme sin negar a Cristo. En cambio, insistió que fue Jesús quien lo curó. Según San Juan Crisóstomo: “Los fariseos lo echaron afuera del templo; pero se encontró al Señor del templo.”
La tercera lección es que, la salvación que Dios nos ofrece por Cristo es una iluminación. Cristo es nuestra luz. El que cree y acepta esta luz que ilumina, nunca quedará ciego. Como hombres, nacimos ciegos. Sin embargo, la buena noticia es que, Cristo nos libera y cura de nuestra ceguera espiritual.
Finalmente, Dios sabe cómo sacar algo bueno de toda situación que parece fea y sin esperanza. Y, situación que nosotros y el mundo entero vivimos ahora no será diferente, porque con Cristo, nada es imposible. COVID – 19, ya nos afligió, pero, de la misma enfermedad y su aflicción, Dios liberará, y sacará algo bueno.
Así que, les dejo este domingo de alegría con las palabras de Nehemías: “Ya pueden irse. Coman bien, tomen bebidas dulces y compartan su comida con quienes no tengan nada, porque este día ha sido consagrado a nuestro Señor. ¡No estén tristes, pues la alegría del Señor es nuestra fortaleza!
¡Que Dios Les bendiga!
¡Maranatha!