¡Vete, y no vuelvas a pecar!
Lecturas: 1ra: Dan 13:41C-62; Sal: 23; Ev: Jn 8:1-11
Esta breve reflexión fue escrita por el Reverendo Padre Njoku Canice Chukwuemeka, C.S.Sp. Él es un sacerdote católico y un miembro de la Congregación de los Padres y Hermanos del Espíritu Santo (Espirítanos). Él está trabajando con el Grupo Internacional Espirítano De Puerto Rico y República Dominicana. Él es el administrador de la Parroquia La Resurrección del Señor, Canóvanas y el Canciller de la Diócesis de Fajardo-Humacao, Puerto Rico. Para más detalles y comentarios se puede contactarlo en: canice_c_njoku@yahoo.com, cancilleriadfh@gmail.com, canicechukwuemeka@gmail.com
En el Evangelio de hoy vemos el encuentro de Jesús con la mujer que iba a ser apedreada. Debido a su predicación, Jesús perturbó la autoridad religiosa. Por esta razón, buscaron toda oportunidad de acusar y matarlo.
Por tanto, trajeron ante él una mujer que había cometido adulterio. Le preguntaron a Cristo: “¿Cuál es su opinión?” Sin embargo, era una trampa. Si Jesús hubiera dicho, “aplicar la Ley”, habrían dicho que, no es un buen hombre, porque apoyó la matanza de la pobre mujer”. Si hubiera dicho, “no la maten”, habrían dicho que él no respeta la ley.
Así que, bajo la apariencia de fidelidad a Dios, manipularon la ley, y querían usar la mujer para poder acusar a Jesús. Por supuesto, Jesús no condenó a la mujer bajo la ley, porque lo que la condenó ya era su pecado.
Además, no la condenó, porque aquellos que la acusaban no eran mejores que ella. ¿Apoyó Jesús el hecho de que la mujer cometió adulterio? ¡No! En lugar de condenar a los pecadores, su misión es redimir y restaurar su dignidad para el reino de Dios.
Una lección muy importante para nosotros hoy es que, este episodio revela que Jesús es la luz que hace brillar la verdad. Abre el secreto que existe en cada persona. Es decir, en la profundidad íntima de cada uno de nosotros. Dios nos conoce muy bien, y no podemos escondernos de él.
A la luz de la palabra de Jesús, aquellos que parecían ser los defensores de la ley se veían llenos de pecado. Reconocieron su indignidad, y se fueron con vergüenza sin lanzar ninguna piedra a la mujer. Así que, la mujer considerada culpable, y merecida de morir estaba delante de Dios, absuelta, redimida, y con su dignidad restaurada.
Dios siempre nos da una nueva oportunidad. Así que, después de salvar a la mujer Cristo le dijo: “¡Vete, y no vuelvas a pecar!”. Esto significa que has sido perdonado, pero debes convertirte en una mejor persona. Esta Cuaresma, Cristo nos está diciendo lo mismo.
¡La paz sea con ustedes ¡
¡Maranatha!