¡Es el Señor!
Lectura: 1ra: Hechos 4:1-12; Sal: 117; Ev Jn 21: 1-14
Esta breve reflexión fue escrita por el Reverendo Padre Njoku Canice Chukwuemeka, C.S.Sp. Él es un sacerdote católico y un miembro de la Congregación de los Padres y Hermanos del Espíritu Santo (Espirítanos). Él está trabajando con el Grupo Internacional Espirítano De Puerto Rico y República Dominicana. Él es el administrador de la Parroquia La Resurrección del Señor, Canóvanas y el Canciller de la Diócesis de Fajardo-Humacao, Puerto Rico. Para más detalles y comentarios se puede contactarlo en: canice_c_njoku@yahoo.com, cancilleriadfh@gmail.com, canicechukwuemeka@gmail.com.
En esta quinta octava de Pascua, Cristo continúa apareciendo a sus discípulos. En la aparición del evangelio de hoy según Juan, algo espectacular sucedió.
Esto no debe sorprender a ninguno de nosotros, porque, como ya hemos visto, los discípulos de Cristo todavía están luchando con la realidad de su situación. Algunos de ellos han perdido la esperanza que tenían en su “Mesías” después de verlo crucificado por los judíos.
Entonces, ¿qué les quedó? Nada, sino volver a su profesión anterior para reconstruir su vida, ya que su visión y esperanza ha sido destrozada. Por supuesto, actuaron como la mayoría de nosotros habría actuado en la misma situación.
En el episodio de aparición de hoy, lo más sorprendente es esto. Pedro, el líder y el jefe de los Apóstoles, fue el que animó a los demás a abandonar su misión como “pescadores de hombres”, para volver a su profesión anterior de capturar peces.
Por supuesto, aunque eran pescadores profesionales, trabajaron en vano toda la noche. Esto es porque, ese ya no era su lugar. Ya habían hecho un voto solemne para ser pescadores de hombres (Mt 4:19).
Por lo tanto, esta aparición tiene algunas lecciones para todos nosotros. Primera, fue un recordatorio de que estaban en el lugar equivocado, y han abandonado su misión. Segunda, fue un recordatorio de la palabra de Cristo que, “separado de mí, no pueden hacer nada” (Jn 15, 15). Tercera, fue para demostrarles que, de verdad, se ha resucitado. Les demostró esto, tanto a través de la cantidad de peces que capturaron por su instrucción, como a través de la celebración de la Eucaristía.
Pidamos a Cristo que nos mantenga fieles a su misión a pesar de todos los desafíos y dificultades asociados a ella. Por último, oremos por todos los que, debido a las dificultades y persecuciones, están a punto de abandonar la misión de Dios. Para que encuentren una nueva esperanza y la fuerza para continuar. Alleluia, Alleluia!
La paz sea con ustedes
¡Maranatha!