¡Tanto amó Dios al mundo!
Lectura: 1ra: Hechos 4:32-37; Sal: 93; Ev John 3:16-21
Esta breve reflexión fue escrita por el Reverendo Padre Njoku Canice Chukwuemeka, C.S.Sp. Él es un sacerdote católico y un miembro de la Congregación de los Padres y Hermanos del Espíritu Santo (Espirítanos). Él está trabajando con el Grupo Internacional Espirítano De Puerto Rico y República Dominicana. Él es el administrador de la Parroquia La Resurrección del Señor, Canóvanas y el Canciller de la Diócesis de Fajardo-Humacao, Puerto Rico. Para más detalles y comentarios se puede contactarlo en: canice_c_njoku@yahoo.com, cancilleriadfh@gmail.com, canicechukwuemeka@gmail.com.
Hoy, el Evangelio según Juan, nos presenta un tema muy importante, Salvación. Esta es el resumen de la misión de Dios en nuestra historia.
Un punto fascinante que hay que notar en el evangelio de hoy es que, en un solo versículo (16) y una frase, Juan respondió a tres muy importantes preguntas exegéticas y teológicas. Son: ¿Por qué decidió Dios salvar al mundo? ¿Cuál es la misión del hijo único de Dios? ¿Cuál debería ser nuestra respuesta? Más bien, ¿qué debemos hacer? (Hechos 2:37).
Así que, el fundamento de la historia de nuestra salvación es el amor de Dios para la humanidad: “Tanto amó Dios al mundo, que envió a su hijo único”. Como una madre que no puede soportar el sufrimiento de su hijo, Dios fue movido a salvar a la humanidad. Para lograr esto, escogió lo que es muy precioso a su corazón, su hijo único.
También, a través de este tema, Juan nos recuerda el propósito primordial por el cual Dios envió a su Hijo único para morir por la humanidad. El propósito es, la salvación de la humanidad, y para que tengamos la vida eterna.
¿Qué espera Dios de nosotros? Sí, la salvación es un don gratuito de Dios. Sin embargo, debemos extender nuestras manos para aceptarlo. Este es un acto de fe, “para que, todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna.”
Es importante tener en cuenta, que lo que hace de esta salvación un don gratuito es que, es para “todos los que creen”. Por lo tanto, nadie está excluido de ello. Por lo tanto, la misión de Cristo es universal. Es decir, que es una mission para salvar a todas las almas en peligro de muerte.
Por lo tanto, como juez justo, nunca condena a los inocentes. Como juez misericordioso, perdona a los pecadores, y les ofrece una nueva oportunidad para una vida mejor. Y, como un padre amoroso, siempre es movido por nuestro sufrimiento, y siempre viene a nuestro rescate a través de Cristo.
Que Dios, abra los ojos de nuestra mente para ver, y apreciar su amor por nosotros; y para aceptar con alegría, su don gratuito de salvación a través de su Hijo único, Jesucristo. Alleluia, Alleluia!
La paz sea con ustedes
¡Maranatha!