Viernes, III Semana de Pascua, Año A

La Eucaristía, el misterio de la vida

Lectura: 1ra: Hechos 9:1-20; Sal: 117; Ev John 6:52-59

Esta breve reflexión fue escrita por el Reverendo Padre Njoku Canice Chukwuemeka, C.S.Sp. Él es un sacerdote católico y un miembro de la Congregación de los Padres y Hermanos del Espíritu Santo (Espirítanos). Él está trabajando con el Grupo Internacional Espirítano De Puerto Rico y República Dominicana. Él es el administrador de la Parroquia La Resurrección del Señor, Canóvanas y el Canciller de la Diócesis de Fajardo-Humacao, Puerto Rico. Para más detalles y comentarios se puede contactarlo en: canice_c_njoku@yahoo.com, cancilleriadfh@gmail.com, canicechukwuemeka@gmail.com.

Hoy, viernes de la tercera semana de Pascua, la iglesia celebra la memoria de San José, el obrero, el patrón y modelo de los trabajadores.

Así que, hoy es el día internacional de los trabajadores. Un día reservado para honrar a todos que, a través de los dones que recibieron de Dios, trabajan para sostener la familia y la sociedad humana.

Hoy se nos recuerda que, “hay dignidad en el trabajo”; y que, “laborare est orare” (trabajar, es orar). También, es un día para tomar en serio, el consejo de Pablo en 2 Tes 3:7-12; y para orar por todos desempleados.

En el evangelio de hoy, el discurso sobre el pan de la vida ha tomado una dimensión muy tensa. La declaración de Jesús que, “el pan que les daré, es mi carne”, ha provocado muchas preguntas entre los judíos. ¿Qué quiere decir, que es su propia carne? ¿Somos caníbales que comen carne humana? ¿Cómo lo va a hacer?

Por consiguiente, también provocó una animosidad y un odio muy fuerte por Cristo entre las autoridades judías. Él nos ha insultado. Ha violado nuestra religión. Ha blasfemado contra Dios. Como Juan nos dirá pronto, también, provocó una pregunta muy seria entre ellos. ¿Qué hacemos con este hombre?

Sin embargo, en este momento, Jesús ha llegado al punto culminante de su discurso. Ahora habla del gran misterio de la Eucaristía. En la Eucaristía, él nos da a sí mismo como alimento y bebida espiritual. Este es el verdadero significado de la multiplicación de los panes.

La abundancia y el poder que la Eucaristía nos da, es un signo de algo maravilloso. Así que, pidamos a Dios en cada celebración eucarística, por la gracia para entrar más profundamente en este gran misterio de nuestra fe, con un espíritu de asombro y gratitud.

San José el trabajador, ¡ruega por nosotros! Alleluia, Alleluia! 

La paz sea con ustedes

¡Maranatha!

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