Sábado, III Semana de Pascua, Año A

¡San Atanasio, ruega por nosotros!

Lectura: 1ra: Hechos 9:31-42; Sal: 115; Ev John 6:60-69

Esta breve reflexión fue escrita por el Reverendo Padre Njoku Canice Chukwuemeka, C.S.Sp. Él es un sacerdote católico y un miembro de la Congregación de los Padres y Hermanos del Espíritu Santo (Espirítanos). Él está trabajando con el Grupo Internacional Espirítano De Puerto Rico y República Dominicana. Él es el administrador de la Parroquia La Resurrección del Señor, Canóvanas y el Canciller de la Diócesis de Fajardo-Humacao, Puerto Rico. Para más detalles y comentarios se puede contactarlo encanice_c_njoku@yahoo.com, cancilleriadfh@gmail.com, canicechukwuemeka@gmail.com.

Hoy, sábado, de la tercera semana de Pascua, la iglesia celebra la memoria de un gran pilar, San Atanasio, obispo y doctor de la Iglesia.

San Atanasio nació cerca del año 297, en Alejandría. Es bien conocido por su santidad y doctrina. Defendió con valentía la fe católica desde el tiempo del emperador Constantino hasta Valente.

Por eso, tuvo que soportar mucha persecución. Después de haber luchado y sufrido mucho con una heroica paciencia, Atanasio, un discípulo fiel de Cristo, murió en la paz de Cristo al cuadragésimo sexto aniversario de su ordenación episcopal.

Hoy, finalmente hemos llegado al final del largo discurso sobre el pan de vida. El objetivo hoy es mostrar las exigencias de la fe, y la necesidad de un compromiso serio a Jesús.

Por supuesto, muchos de los discípulos de Cristo lo dejaron. Al final, sólo los doce permanecieron con él. Cristo volvió y les preguntó: “¿También, ustedes quieren dejarme?” Para Cristo, no se trata de tener muchos seguidores.

Por eso, no cambió el discurso, incluso cuando no agradó al pueblo. Cristo vino para revelar y hacer la voluntad del Padre, y no para agradarlos. Así que, prefiere permanecer solo, que estar acompañado por personas que no están comprometidas con el plan del Padre.

Por lo tanto, la respuesta de Pedro hoy es hermosa: “¿Señor, a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna; y nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios”

Esta debe ser la respuesta de todos los verdaderos discípulos de Cristo. Y fue lo que hizo San Atanasio. Permaneció fiel a Cristo su maestro hasta al final, aun en medio de muchos sufrimientos.

¡San Atanasio, ruega por nosotros! Alleluia, Alleluia 

La paz sea con ustedes

¡Maranatha!

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