Me voy, pero volveré a su lado
Lecturas: 1ra: Hch 14:19-28; Sal: 145; Ev: Jn 14: 27-31
Esta breve reflexión fue escrita por el Reverendo Padre Njoku Canice Chukwuemeka, C.S.Sp. Él es un sacerdote católico y un miembro de la Congregación de los Padres y Hermanos del Espíritu Santo (Espirítanos). Él está trabajando con el Grupo Internacional Espirítano De Puerto Rico y República Dominicana. Él es el administrador de la Parroquia La Resurrección del Señor, Canóvanas y el Canciller de la Diócesis de Fajardo-Humacao, Puerto Rico. Para más detalles y comentarios se puede contactarlo en: canice_c_njoku@yahoo.com, cancilleriadfh@gmail.com, canicechukwuemeka@gmail.com.
Hoy es martes de la quinta semana de Pascua. Seguimos leyendo del Evangelio según Juan. Hoy, Jesús dio un mensaje muy directo.
Durante su discusión con sus discípulos, Cristo ha sido tratando de hacerles saber que muy pronto los dejará. Sin embargo, nunca ha sido más directo y claro con sus palabras, más de lo que era hoy.
Como de costumbre, comenzó consolando y asegurándoles que no había nada de temer: “La paz les dejo, mi paz les doy…No pierdan la paz ni se acobarden.”
Hizo lo que cada persona compasiva, y razonable hará cuando trate de entregar un mensaje de partido. Es decir, buscar una manera mejor y reconfortante para entregar un mensaje que pueda hacer triste a uno.
Él les ha hablado en parábolas. Les ha hablado a través de eventos reales del tiempo. Todos, eran esfuerzos para prepararlos para la noticia que, él iba a dejarlos.
Era hora de entregar el mensaje directamente, y lo hizo: ” Me voy, pero volveré a su lado”. Después de entregar este “mensaje triste”, Cristo sabía que estaban tristes. Entonces, agregó: ” Si me amaran, se alegrarían de que me vaya al Padre.
La pregunta es, ¿cuándo, y cómo volvería Cristo? Primero, antes de volver, hará algo notable. Él sabe que todavía necesitamos mucha ayuda de arriba. Así que, nos enviará al Abogado desde arriba, que nos ayudará.
Por eso, debemos alegrarnos, porque, si no regresó al Padre, el Abogado no vendrá. Por lo tanto, pidamos a Cristo que nos envíe al Abogado que nos enseñará todas las cosas, e igualmente nos consolará.
Alleluia, Alleluia!
La paz sea con ustedes
¡Maranatha!