¡Sin mí, nada pueden hacer!
Lectura: 1ra: Hechos 12:24.13:5; Sal: 122; Ev John 15:1-8
Esta breve reflexión fue escrita por el Reverendo Padre Njoku Canice Chukwuemeka, C.S.Sp. Él es un sacerdote católico y un miembro de la Congregación de los Padres y Hermanos del Espíritu Santo (Espirítanos). Él está trabajando con el Grupo Internacional Espirítano De Puerto Rico y República Dominicana. Él es el administrador de la Parroquia La Resurrección del Señor, Canóvanas y el Canciller de la Diócesis de Fajardo-Humacao, Puerto Rico. Para más detalles y comentarios se puede contactarlo en: canice_c_njoku@yahoo.com, cancilleriadfh@gmail.com, canicechukwuemeka@gmail.com.
Hoy es miércoles de la cuarta semana de Pascua. Mientras Cristo se prepara para dejar a su discípulo, y regresar al Padre, él les da la clave y el secreto de la supervivencia.
Esto demuestra cuánto se preocupa por ellos y por su bienestar. También, demuestra lo mucho que entendió los tiempos difíciles que les esperan después de su partida. Así que, los está equipando para el futuro.
Primero, les ha prometido el Espíritu Santo. Ahora les está recordando una verdad que les ha repetido varias veces: “Yo soy la vid, ustedes los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante, porque, sin mí, nada pueden hacer.”
El secreto de la vida eterna es, permanecer en Cristo. El secreto del éxito ye de conquistar este tiempo peligroso es permanecer firmemente en Cristo, la verdadera vid.
Por desgracia, muchos de nosotros se han separado de Dios, pero se han adherido firmemente a este mundo. En lugar de construir su fundamento en su Creador, lo han construido sobre las cosas mundanas.
También, Jesús nos deja con una advertencia de la consecuencia de no permanecer en él, como él permaneció en el Padre. Son dos.
Primera, el que no permanece en él, no dará fruto. Esto es porque, no tiene ninguna fuente de vida y, por lo tanto, no puede sobrevivir. Segunda el que no dé fruto, será podada. La poda es dolorosa. Sin embargo, es necesaria. para purificar la vid, y para que, las ramas más viables pueden dar más frutos.
Así que, pidamos a Dios que nos conceda la gracia de permanecer firmes en Cristo, para que podamos dar frutos buenos y abundantes, frutos que durarán. Alleluia, Alleluia!
La paz sea con ustedes
¡Maranatha!