Viernes, V Semana de Pascua, Año A

¡Éste es mi mandamiento!

Lectura: 1ra: Hechos Acts1:15-22-31; Sal: 56; Ev John 15:12-17

Esta breve reflexión fue escrita por el Reverendo Padre Njoku Canice Chukwuemeka, C.S.Sp. Él es un sacerdote católico y un miembro de la Congregación de los Padres y Hermanos del Espíritu Santo (Espirítanos). Él está trabajando con el Grupo Internacional Espirítano De Puerto Rico y República Dominicana. Él es el administrador de la Parroquia La Resurrección del Señor, Canóvanas y el Canciller de la Diócesis de Fajardo-Humacao, Puerto Rico. Para más detalles y comentarios se puede contactarlo encanice_c_njoku@yahoo.com, cancilleriadfh@gmail.com, canicechukwuemeka@gmail.com.

Hoy es el viernes de la quinta semana de Pascua. Excepto los versículos 9-11, el evangelio de hoy es una repetición del evangelio de ayer.

Una pregunta que tanto un predicador del sermón, como su audiencia suelen hacer cuando se repiten las lecturas es, ¿por qué repetir esta lectura? ¡Lo leímos y lo oímos ayer!

Es una pregunta muy válida y sólida. Sin embargo, tanto en la sagrada escritura, como en la vida cotidiana, las repeticiones genuinas sirven un propósito muy importante. Destacan temas, o puntos importantes.

Como ya hemos visto, en las lecturas de esta temporada de Pascua, especialmente, en el Evangelio según Juan, Cristo repitió mensajes y palabras muchas veces.

En el caso de hoy, el tema muy importante es el amor. Es el fundamento de nuestra fe cristiana. Es una de las cuatro virtudes teológicas. Por lo tanto, comienza con, y procede de Dios. Es el fundamento de nuestra salvación.

Dios nos envió a Cristo por su amor por nosotros (Jn 3:16). Cristo respondió positivamente debido a su amor por el Padre, y por la humanidad. El vino, y sirvió con amor.

Hoy, Cristo nos pide que hagamos lo mismo. Su mandamiento es uno, y simple: “¡Amen los unos a los otros, ¡como yo los he amado”! Esto fue su propósito de llamar y elegirnos, que podríamos ser, y actuar como él.

No es fácil cumplir este mandamiento. Por eso, el mismo Cristo nos asegura: “Mi gracia es suficiente para ti” (2 Cor 12:9). Así que, como Pablo, simplemente necesitamos creer que: “Puedo hacer todas las cosas, por medio de Cristo que me fortalece” (Flp 4:19).

Cristo nos ha dado todo lo que necesitamos para cumplir este mandamiento. Así que, oremos que, siempre nos llene de su gracia, para poder amar unos a los otros, como él nos ama. Alleluia, Alleluia! 

La paz sea con ustedes

¡Maranatha!

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