Pidan y recibirán
Lectura: 1ra: Hechos 18:9-18; Sal: 48; Ev: Jn 16:20-23
Esta breve reflexión fue escrita por el Reverendo Padre Njoku Canice Chukwuemeka, C.S.Sp. Él es un sacerdote católico y un miembro de la Congregación de los Padres y Hermanos del Espíritu Santo (Espirítanos). Él está trabajando con el Grupo Internacional Espirítano De Puerto Rico y República Dominicana. Él es el administrador de la Parroquia La Resurrección del Señor, Canóvanas y el Canciller de la Diócesis de Fajardo-Humacao, Puerto Rico. Para más detalles y comentarios se puede contactarlo en: canice_c_njoku@yahoo.com, cancilleriadfh@gmail.com, canicechukwuemeka@gmail.com.
Hoy es sábado de la sexta semana de Pascua. Seguimos leyendo del libro de consuelo del Evangelio según Juan.
Hoy, Cristo da a sus discípulos una seguridad muy importante. Tendrán pleno acceso al Padre. Así que, la mediación de Jesús abre el camino para sus discípulos al Padre.
Cristo dice: “En toda verdad les digo, todo lo que pidas al Padre en mi nombre, te lo concederá.” Sí, esto es cierto. Sin embargo, nuestra petición no debe ser contraria a la voluntad de Dios para nosotros.
Esto también significa que, en unión con Cristo, nuestra petición se hace efectiva. Por lo tanto, el objeto de cualquier petición al Padre debe estar siempre unido a Cristo, a su amor, y a su voluntad.
Pedimos cosas a través de la oración. A veces nuestra oración es contestada muy rápido, y a veces toma más tiempo. Depende de Dios, y no de nosotros.
Aun, cuando nos parece que nuestra oración no es contestada, no debemos molestarnos. Más bien, debemos ser pacientes, porque Dios sabe lo que es mejor para nosotros.
El verdadero don de la oración es siempre el amor del Padre. Siempre estamos dotados con el Espíritu de Jesús para ayudarnos a orar.
Siempre el Espíritu está activo en nuestra vida, y nos mueve a orar. Pablo nos recuerda que: “El Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad. No sabemos que pedir, pero el Espíritu intercede por nosotros (Ro 8:26).
Por lo tanto, pidamos siempre con confianza en el nombre de Cristo, porque en su nombre, Dios nos escuchará, inspirará, dirigirá y amará. Alleluia, Alleluia!
La paz sea con ustedes
¡Maranatha!