Jueves de VII Semana de Pascua, Año A

Padre, pido también por los que van a creer en mí

Lecturas: 1ra: Hch 22: 30; 23, 6-11; Sal: 16; Ev: John 17:20-26

Esta breve reflexión fue escrita por el Reverendo Padre Njoku Canice Chukwuemeka, C.S.Sp. Él es un sacerdote católico y un miembro de la Congregación de los Padres y Hermanos del Espíritu Santo (Espirítanos). Él está trabajando con el Grupo Internacional Espirítano de Puerto Rico y República Dominicana. Él es el administrador de la Parroquia La Resurrección del Señor, Canóvanas y el Canciller de la Diócesis de Fajardo-Humacao, Puerto Rico. Para más detalles y comentarios se puede contactarlo encanice_c_njoku@yahoo.com, cancilleriadfh@gmail.com, canicechukwuemeka@gmail.com.

Hoy es jueves de la Séptima Semana Santa. Continuamos nuestra reflexión sobre el último encuentro de Cristo con sus discípulos.

Así que, el evangelio de hoy nos presenta la última parte de la oración sacerdotal y ecuménica de Cristo para sus seguidores inmediatos y futuros.

Mirando hacia el futuro, Cristo manifiesto su gran deseo no solo por nosotros, sino también, por aquellos a quienes su Padre añadirá a su rebaño a través de nuestro esfuerzo misionero.

Cristo dijo: “Padre, no sólo te pido por mis discípulos, sino también por los que van a creer en mí por la palabra de ellos. Esto significa que dio por sentado que vamos a cumplir su mandato: “Vayan al mundo y hagan discípulos a todas las naciones”.

A través de esta oración, Cristo nos recuerda que tenemos un papel que desempeñar. Es decir, animar a otros a través de nuestras obras y trabajo a convertirse en sus discípulos, y expandir la comunidad de los creyentes.

Por lo tanto, la obra redentora de Cristo no termina sólo en uno siendo salvo solo, sino en continuar la obra de Cristo, hasta que todas las demás personas puedan experimentar el amor de Dios que nos une a él. Este es el deseo que Cristo expresó hoy en su oración.

Así que, Cristo pidió al Padre la unidad de sus discípulos inmediatos y futuros. Esta unidad es muy importante para el éxito de nuestra misión porque, sin amor y unidad no merecemos credibilidad.

Es realmente trágico ver mucha división tanto entre nosotros los católicos, como generalmente, entre nosotros los cristianos que decimos que, creemos en Cristo. No hay duda de que, a pesar de los grandes progresos que hemos hecho, la división sigue robándonos la credibilidad.

Como discípulos de Cristo, debemos seguir trabajando arduamente para restaurar esta credibilidad a través del diálogo fraterno. Parece una tarea difícil. Sin embargo, Cristo continúa intercediendo por nosotros: “Padre, que sean uno, como somos uno.”

Así que, al continuar nuestra novena al Espíritu Santo, pidamos a Cristo que nos llene generosamente del Espíritu Santo, para que podamos aprender a vivir en unidad.

La paz sea con ustedes

¡Maranatha!

 

 

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