¿Me amas?
Lecturas: 1ra: Hch 22: 30; 23, 6-11; Sal: 16; Ev: John 17:20-26
Esta breve reflexión fue escrita por el Reverendo Padre Njoku Canice Chukwuemeka, C.S.Sp. Es un sacerdote católico y un miembro de la Congregación de los Padres y Hermanos del Espíritu Santo (Espirítanos). Está trabajando con el Grupo Espirítano de Puerto Rico y República Dominicana. Es el administrador de la Parroquia La Resurrección del Señor, Canóvanas y el Canciller de la Diócesis de Fajardo-Humacao, Puerto Rico. Para más detalles y comentarios se puede contactarlo en: canice_c_njoku@yahoo.com, cancilleriadfh@gmail.com, canicechukwuemeka@gmail.com.
En este jueves de la séptima semana de Pascua, nuestra lectura del evangelio es del último capítulo del evangelio según Juan conocido como el epílogo.
Es la parte final del encuentro y diálogo de Cristo con sus discípulos antes de su ascensión al cielo. La escena es el mar de Tiberíades, durante la última aparición de Cristo a sus apóstoles.
Este último encuentro está marcado por la ternura y el cariño. Cristo le preguntó a Pedro tres veces: “Simón hijo de Juan, ¿me amas? A través de estas preguntas, Cristo quería estar seguro del compromiso de Pedro de guiar a su rebaño. Fue solo, después de una respuesta afirmativa, que Cristo le entregó a Pedro su misión.
Esto nos recuerda que nuestra misión y vocación es muy importante. Para poder trabajar en la comunidad, o cumplir nuestra misión en cualquier lugar, Jesús no nos pide nada extraordinario. Simplemente, nos pide mucho amor.
Por lo tanto, el amor debe estar en el centro de nuestra misión. Con un amor sincero y autentico por Cristo y su misión, podemos tener éxito incluso, ante muchas tribulaciones y pruebas.
Por supuesto, Cristo nunca prometió que la misión de Pedro, o la nuestra será fácil. No, alterará nuestra paz, y nos traerá algunos problemas. También, nos llevará a donde no queremos ir o estar. Sin embargo, si es sostenido por el amor, nunca rendiremos.
Así que, al celebrar este próximo Pentecostés, pidamos a Dios que nos envíe el Espíritu Santo, el agente principal de la misión, para sostenernos en el amor en nuestra mission todo el tiempo.
Oremos: Ven, Espíritu Santo, llena el corazón de los fieles, y enciende en nosotros el fuego de tu amor.
La paz sea con ustedes
¡Maranatha!