¡No paguen el mal con el mal!
Lecturas: 1ra: 1 Reyes 21:1-16; Sal: 5; Ev: Mt 5:38-42
Esta breve reflexión fue escrita por el Reverendo Padre Njoku Canice Chukwuemeka, C.S.Sp. Es un sacerdote católico y un miembro de la Congregación de los Padres y Hermanos del Espíritu Santo (Espirítanos). Está trabajando con el Grupo Espirítano de Puerto Rico y República Dominicana. Es el administrador de la Parroquia La Resurrección del Señor, Canóvanas y el Canciller de la Diócesis de Fajardo-Humacao, Puerto Rico. Para más detalles y comentarios se puede contactarlo en: canice_c_njoku@yahoo.com, cancilleriadfh@gmail.com, canicechukwuemeka@gmail.com.
Hoy es el lunes de la undécima semana del tiempo ordinario. Hoy, Cristo sigue reinterpretando la Ley, y exhortándonos a vivir una auténtica vida cristiana diferente de la de los fariseos.
Hoy reinterpreta la ley de la represalia: “Ustedes han oído que se dijo: Ojo por ojo, diente por diente; pero yo les digo que no hagan resistencia al hombre malo.”
Obviamente, esto es difícil. Esta interpretación tiene muchos matices. Además, parece que nos está pidiendo que no luchamos contra el mal en nuestra sociedad.
¿Cómo podemos reconciliar esto con lo que Santiago nos dice: “Resiste al diablo, y huirá de ti” (Santiago 4:7)? Aun Cristo si mismo, resistió al diablo durante su tentación en el desierto (Mt 4:1-11).
En todos estos, no debemos olvidar el contexto del discurso de Cristo. Él estaba condenando la actitud de loa fariseos hacia la Ley y el pueblo.
Los fariseos trataron de lograr justicia a través de la estricta observancia de la Ley. Pensaron que solo con su propio esfuerzo podrían tener éxito en agradarle a Dios.
Sin embargo, Cristo toma una posición sobre esta práctica, y anuncia la nueva justicia que debe superar la justicia de los fariseos.
Así que, Cristo no está diciendo que debemos permitir que el maligno nos destruya. Más bien, que no debemos pagar el mal con el mal. Pagar el mal con el mal no nos hace diferentes del malvado.
Por lo tanto, Cristo nos recuerda la posibilidad y la importancia del perdón, mientras permitimos que Dios mismo sea el juez supremo en todos los asuntos.
Por eso, Pablo nos recuerda esto: “No tomen venganza, hermanos míos, sino dejen el castigo en las manos de Dios, porque está escrito: ‘Mía es la venganza; yo pagaré, dice el Señor”’ (Ro 12:19).
La paz sea con ustedes
¡Maranatha!