La nueva ley de amor y perdón
Lecturas: 1ra: 1 Reyes 21:1-16; Sal: 50; Ev: Mt 5: 43-48
Esta breve reflexión fue escrita por el Reverendo Padre Njoku Canice Chukwuemeka, C.S.Sp. Es un sacerdote católico y un miembro de la Congregación de los Padres y Hermanos del Espíritu Santo (Espirítanos). Está trabajando con el Grupo Espirítano de Puerto Rico y República Dominicana. Es el administrador de la Parroquia La Resurrección del Señor, Canóvanas y el Canciller de la Diócesis de Fajardo-Humacao, Puerto Rico. Para más detalles y comentarios se puede contactarlo en: canice_c_njoku@yahoo.com, cancilleriadfh@gmail.com, canicechukwuemeka@gmail.com.
Hoy es el martes de la undécima semana de tiempo ordinario. Hoy, Cristo sigue reinterpretando la ley, y exhortándonos a vivir una vida cristiana auténtica, diferente de la de los fariseos.
Hoy, reinterpreta la ley del amor y del perdón: ” Han oído ustedes que se dijo: Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo; yo, en cambio, les digo: Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian y rueguen por los que los persiguen.”
Al igual que la de ayer, la interpretación de hoy tampoco es fácil. Por supuesto, es fácil de aceptar, pero prácticamente hablando, es una tarea muy difícil.
Estas palabras de Jesús pueden hacernos sentir que nunca estamos a la medida. Perdonar a un enemigo es una de las cosas más difíciles de hacer en la vida.
La amargura es comprensible cuando hemos sido mal e injustamente tratados. Sin embargo, la verdad es que, cuanto más podemos perdonar, más libres seremos.
Además, orar por alguien que nos ha herido u ofendido no es una tarea fácil que uno puede realizar por sí mismo. Esto es cuando la gracia de Dios es importante.
Si logramos hacer esto, no sólo lograremos liberarnos a nosotros mismos, sino al que nos lastimó.
El ejemplo del amor y perdón de Jesús en la cruz puede ayudarnos a dar pequeños pasos en el camino del perdón en nuestras vidas.
Puede ayudar a sanar las heridas que otros nos han causado. Puede ayudar a transformar a aquellos que constantemente nos ofenden, y nos lastiman. También, puede hacer nuestro mundo un lugar mejor.
A veces la comprensión de que Dios ama a cada uno de nosotros puede ayudarnos a mirar a otros con amor, tolerancia, compasión y misericordia.
Por lo tanto, pidamos a Dios que siempre nos dé la misma gracia que dio a Cristo en la cruz, para que podamos encontrar la fuerza para amar y decir: “Padre, perdónalos porque no saben lo que están haciendo.”
La paz sea con ustedes
¡Maranatha!