Sábado, XII Semana de Tiempo Ordinario, Año A

Cuando la humildad abraza la fe, grandes cosas suceden

Lecturas: 1ra: Lam 2:2. 10-14.18-19; Sal: 74; Ev: Mt 8:5-17

Esta breve reflexión fue escrita por el Padre Canice Chukwuemeka Njoku, C.S.Sp. Es un sacerdote católico y  miembro de la Congregación del Espíritu Santo (Espirítanos). Es un misionero en Puerto Rico, la isla del encanto. Es el Canciller de la Diócesis de Fajardo-Humacao, Puerto Rico; Párroco de la Parroquia la Resurrección del Señor, Canóvanas, y el Superior Mayor la Congregación del Espíritu Santo (Espirítanos), Circunscripción de Puerto Rico y Republica Dominicana. Para más detalles y comentarios se puede contactarlo alcanice_c_njoku@yahoo.com, cancilleriadfh@gmail.com, canicechukwuemeka@gmail.com.

Hoy es el sábado de la duodécima semana del tiempo ordinario. Después del sermón al monte, Matthew registró diez milagros de Jesús entre el capítulo ocho y nueve de su Evangelio.

Hoy, presenta tres episodios de sanación de esta cadena de milagros de Jesús. Me centraré solo en el primero de estos tres milagros de hoy.

Sin embargo, una cosa es común a los tres milagros de hoy. Este es el hecho de que, todos son buenos ejemplos de humildad y fe en la acción.

El primer milagro de la sanación del siervo del Centurión tiene mucho que enseñarnos. Dada la posición del Centurión, uno esperaría que hubiera enviado a uno de sus siervos para invitar a Cristo a su casa.

Sin embargo, humildemente fue a Cristo por sí mismo. Sus palabras después de expresar su misión mostraron la profundidad de su humildad: “Señor, yo no soy digno de que entres en mi casa; digas una sola palabra, mi criado quedará sano.”

Esta es una actitud de confianza ilimitada. Por supuesto, el que vino a ser tocado por Cristo, tocó a Cristo a través de su humildad, fe y palabras. A través de su fe, movió a Cristo para concederle un “servicio expreso”.

La compasión, y el respeto son prominentes en las relaciones de Jesús con nosotros. En su ministerio de traer la buena nueva y la sanidad, siempre Jesus toma la iniciativa, y responde a nuestras diferentes peticiones y necesidades.

Es decir, independientemente de quién esté involucrado, y de nuestra situación. Esto es porque, lo que más le importa es nuestra salvación y paz.

Sin embargo, debemos hacer una pausa para preguntarnos hoy, ¿cuántos de nuestros líderes pueden humillarse como este centurión? ¿Cuántos de nosotros poden vender nuestro orgullo para hacer lo que hizo?

Cristo está siempre listo para escuchar, y para sanarnos, pero, ¿estamos dispuestos a humillarnos a nosotros mismos y venir a él con fe?

La paz sea con ustedes

¡Maranatha!

 

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