Santa María Magdalena, ruega por nosotros
Lecturas: 1ra: 2 Co 5:14-17; Sal: 62; Ev: Jn 20:1-2.11-18
Esta breve reflexión fue escrita por el Padre Canice Chukwuemeka Njoku, C.S.Sp. Es un sacerdote católico y miembro de la Congregación del Espíritu Santo (Espirítanos). Es un misionero en Puerto Rico, la isla del encanto. Es el Canciller de la Diócesis de Fajardo-Humacao, Puerto Rico; Párroco de la Parroquia la Resurrección del Señor, Canóvanas, y el Superior Mayor la Congregación del Espíritu Santo (Espirítanos), Circunscripción de Puerto Rico y Republica Dominicana. Para más detalles y comentarios se puede contactarlo al: canice_c_njoku@yahoo.com, cancilleriadfh@gmail.com, canicechukwuemeka@gmail.com.
Hoy, el miércoles de la decimosexta semana de tiempo ordinario, la iglesia honra a una de sus mayores santos, María Magdalena.
El hecho de que la iglesia elevó la celebración de hoy al nivel de una fiesta, habla en volumen sobre la grandeza, y el papel significativo de María Magdalena como una gran modelo para todos nosotros en nuestro viaje de la fe.
El evangelio de hoy relata el interesante episodio del encuentro post resurrección de María Magdalena con el Cristo glorificado.
Según Juan el Evangelista, después de su resurrección, Cristo se reveló primero a María Magdalena ante otra persona. Entonces, ella fue la primera persona en ver, hablar y tocar el cuerpo del Cristo glorificado.
A través de este encuentro divino, María Magdalena recibió una misión directa de Cristo: “Ve a decir a mis hermanos: ‘Subo a mi Padre y su Padre, a mi Dios y su Dios’”.
Por lo tanto, estaba equipada con una buena noticia de primera clase, y cumplió su misión haciendo exactamente lo que se le instruyó que hiciera.
La historia de María Magdalena nos recuerda cómo uno puede ser transformado de una persona viciosa a una persona virtuosa. Nos recuerda lo misericordioso y gracioso que puede ser nuestro Dios con aquellos que lo aman sinceramente.
María Magdalena es una super modelo de la transición de una vida pecaminosa a una vida Santa. Ella nos enseña que, no importa cuán notoriamente pecaminosos hayamos sido, que hay esperanza, si solo estamos listos para entregar nuestras vidas completamente a Dios.
María Magdalena es también un ejemplo de cómo una conversión verdadera y sincera puede llevar a la intimidad con Dios, y, por consiguiente, cómo esta intimidad con Cristo podría ser una muy rica fuente de mucho favor y amor.
Así que, al celebrar hoy su fiesta, pidamos a Santa María Magdalena que interceda por nosotros, mientras luchamos con los altibajos de la vida cotidiana en nuestro camino de la fe.
¡Santa María Magdalena, ruega por nosotros!
La paz sea con ustedes
¡Maranatha!