Martes de la XVIII Semana del Tiempo Ordinario, Año A

San Juan María Vianney, Ruega por Nosotros

 Lecturas: 1ra: Jer 30:1-2. 12-15. 18-22; Sal: 101; Ev: Mt 15:1-2.10-14

This brief reflection was written by Fr. Njoku Canice Chukwuemeka, C.S.Sp. He is a Catholic Priest and a member of the Congregation of the Holy Spirit (Spiritans). He is a missionary in Puerto Rico, the island of enchantment. He is the Chancellor of the Dioceses of Fajardo-Humacao, Puerto Rico; the Parish Priest of Parroquia la Resurrección del Senor, Canovanas and the Major Superior of the Congregation of the Holy Spirit (Spiritans), Circumscription of Puerto Rico and Dominican Republic. For more details and comments contact him at:  canice_c_njoku@yahoo.com, canicechukwuemeka@gmail.com

Hoy, el martes de la decimoctava semana del tiempo ordinario, la Iglesia honra a un gran sacerdote, San Juan Vianney

Bien conocido como el Curé de Ars, John Vianney, nació en Francia en 1786. No era muy bueno en lo académico. Sin embargo, fue ordenado sacerdote en 1815, y nombrado párroco de Ars después de tres años se su ordinación.

Se dedicó a la oración, a la mortificación y a las obras pastorales. Él fue muy exitoso en dirigir almas. Así que, personas de toda clase buscaron su guía y Consejo. Es el santo patrón de los párrocos.

John Vianney murió en 1859. Fue beatificado por el Papa San Pío X en 1873, y canonizado por el Papa Pío XI en 1925.

El evangelio de hoy presenta la discusión de Jesús con los fariseos sobre la ley de la pureza. Le preguntaron a Cristo: “¿Por qué tus discípulos quebrantan la tradición de nuestros padres y no se lavan las manos antes de comer?”

Hoy, la presente pandemia COVID-19 nos ha hecho más conscientes de la importancia de la higiene física. Por lo tanto, lavar o desinfectar constantemente las manos es ahora una rutina muy importante de nuestra vida.

De hecho, el lavado o la desinfección constantes de las manos es ahora una “ley de pureza o higiene física” que debe observarse. Por lo menos, mientras dura la pandemia.

Los fariseos aprovecharon una legislación como esta para hacer la vida más difícil para la gente. La mistificaron la levaron a otro nivel.

Por lo tanto, más que con el propósito de la higiene física, se convirtió en un acto “religioso” necesario y estándar de pureza ante Dios.

La respuesta de Cristo a los fariseos hoy nos recuerda lo que debería molestarnos más. Es decir, el estado de nuestra vida espiritual. La forma en que vivimos nuestra vida en relación con Dios, y en relación con los demás, debería importar más.

De hecho, la higiene física es muy importante. Sin embargo, debemos prestar más atención a nuestras virtudes cristianas básicas que mejoran y equilibran nuestra vida moral y espiritual. Estos son los que nos hacen puros ante Dios.

San Juan María Vianney, Ruega por Nosotros

La paz sea con ustedes

¡Maranatha!

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