La Transfiguración del Señor
Lecturas: 1ra: Dan 7:9-10. 13-14; Sal: 96; 2da: 2 Pedro 1:16-19 Ev: Mt 17:1-9
Esta breve reflexión fue escrita por el Padre Canice Chukwuemeka Njoku, C.S.Sp. Es un sacerdote católico y miembro de la Congregación del Espíritu Santo (Espirítanos). Es un misionero en Puerto Rico, la isla del encanto. Es el Canciller de la Diócesis de Fajardo-Humacao, Puerto Rico; Párroco de la Parroquia la Resurrección del Señor, Canóvanas, y el Superior Mayor la Congregación del Espíritu Santo (Espirítanos), Circunscripción de Puerto Rico y Republica Dominicana. Para más detalles y comentarios se puede contactarlo al: canice_c_njoku@yahoo.com, cancilleriadfh@gmail.com, canicechukwuemeka@gmail.com
Hoy, el jueves de la decimoctava semana del tiempo ordinario, la Santa Madre Iglesia celebra la fiesta de la Transfiguración del Señor.
Esta fiesta es una de las fiestas inmovible de la iglesia. En otras palabras, se celebra el día en que cae (6 de agosto).
En el Evangelio, Jesús llevó a tres de sus discípulos a la cima de una montaña. Allí, reveló un vislumbre de su gloria a ellos. Fuera glorificado con, Moisés (el dador de la ley), y Elías (el gran profeta).
Fueron glorificados con Cristo porque vencieron. También era una señal de que el Antiguo Testamento no estaba completamente olvidado o abolido.
Sus esfuerzos no fueron en vano. Entonces, ellos comparten la gloria de Cristo. También compartiremos en la misma gloria, si vencemos.
Santa Teresa de Ávila escribió: “Cuanto más medito en el cielo, más no me gusta este mundo.” También, el Beato James Alberione escribió: “Debemos pasar nuestra vida, con las rodillas dobladas en la tierra, y los ojos levantados al cielo.”
Por eso, no es una sorpresa que, los discípulos no querían bajar después de la majestuosa y mística experiencia que tenían. Vieron el Shekhiná, la gloria de la presencia divina. Era tan maravilloso que deseaban permanecer allí para siempre.
Sin embargo, tuvieron que bajar, porque era solamente una visión de la gloria futura. Jesús les mostró una vislumbre de la gloria que todos compartiremos. Sin embargo, esto sólo sería, después de compartir de su sufrimiento.
Por lo tanto, es el deseo para esta gloria que nos da el ánimo para enfrentar los desafíos de este mundo. Es este deseo que nos ayuda a perseverar en nuestra fe. Este deseo santo y noble deseo también debe mantenernos enfocados en todo momento.
Así que, el mensaje central de la Transfiguración de Nuestro Señor es bastante simple. Hay una gloria que espera a todos los creyentes al final del tiempo.
También, que al igual que Moisés, Elías y todos los santos triunfantes, nosotros también reinaremos con Cristo, y definitivamente, compartiremos en su gloria futura.
La paz sea con ustedes
¡Maranatha!