Jueves de la XX Semana del Tiempo Ordinario, Año A

San Bernardo, Ruega por Nosotros

Lecturas: 1ra: Ez 36:23-28; Sal: 50; Ev: Mt 22:1-14

Esta breve reflexión fue escrita por el Padre Canice Chukwuemeka Njoku, C.S.Sp. Es un sacerdote católico y  miembro de la Congregación del Espíritu Santo (Espirítanos). Es un misionero en Puerto Rico, la isla del encanto. Es el Canciller de la Diócesis de Fajardo-Humacao, Puerto Rico; Párroco de la Parroquia la Resurrección del Señor, Canóvanas, y el Superior Mayor la Congregación del Espíritu Santo (Espirítanos), Circunscripción de Puerto Rico y Republica Dominicana. Para más detalles y comentarios se puede contactarlo alcanice_c_njoku@yahoo.com, cancilleriadfh@gmail.com, canicechukwuemeka@gmail.com.

Hoy, el jueves de la vigésima semana del tiempo ordinario, la iglesia honra a un gran santo, Bernardo, Abad y Doctor. Bernardo de Clairvaux, nació en 1090 en Francia. A la edad de 20 años, se entregó a la comunidad monástica de Citeaux. Más tarde, fundó el monasterio de la abadía de Clairvaux.

Como hombre de profunda y excelente espiritualidad, se convirtió en el abad. También fundó otros monasterios. Escribió muchos libros, y humildemente se negó a muchos obispados que le ofrecieron.

Bernardo murió a la edad de 63 años. Fue canonizado por el Papa Alejandro III en 1174, y declarado Doctor de la Iglesia por el Papa Pío VIII en 1830.

En el evangelio de hoy, Cristo usó la parábola de la fiesta de la boda para enseñarnos que Dios nos invita a todos a su reino para un banquete. La lección más importante del evangelio de hoy es que, por diferentes razones, muchas personas han rechazado la invitación de Dios

¡La razón es simple! Estamos demasiado ocupados para venir a su banquete, no hay tiempo para la oración, pero tenemos tiempo para lo mundano. Las consecuencias incluyen sufrimiento, dolor, hambre, pobreza y aflicciones.

Sin embargo, la buena noticia es que, después de que sus elegidos rechazaran su invitación, cambió la invitación de: “Estrictamente por invitación, y solo por la raza elegida” a, “¡todos están cordialmente invitados!”

¿Por qué alguien fue expulsado? El tema de la vestimenta de la boda es instructivo. El hombre se negó a usar la ropa que se le había proporcionado para el banquete, y esto fue un insulto al rey.

Así como el rey proveyó ropa de boda para sus invitados, Dios provee fe y salvación para la humanidad. Gratuitamente, Dios las ha puesta a nuestra disposición, a través de Cristo Jesús.

Así que, no usarlas significa perder el banquete. Esto es porque, en la montaña de Dios, habrá decoro, buena disposición y obediencia.

Así que, en respuesta a esta invitación, cantemos: “El Señor es mi pastor, nada me faltara. Has preparado un banquete para mí a la vista de mis enemigos.

seguramente la bondad y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida y viviré en la casa del Señor to lo día de mi vida (Salmo 23).

La paz sea con ustedes.

¡Maranatha!

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