San Juan Bautista, Ruega por Nosotros
Lecturas: 1ra: 1 Cor 1:26-31; Sal: 32; Ev: Mc 6:17-29
This brief reflection was written by Fr. Njoku Canice Chukwuemeka, C.S.Sp. He is a Catholic Priest and a member of the Congregation of the Holy Spirit (Spiritans). He is a missionary in Puerto Rico, the island of enchantment. He is the Chancellor of the Dioceses of Fajardo-Humacao, Puerto Rico; the Parish Priest of Parroquia la Resurrección del Senor, Canovanas and the Major Superior of the Congregation of the Holy Spirit (Spiritans), Circumscription of Puerto Rico and Dominican Republic. For more details and comments contact him at: canice_c_njoku@yahoo.com, canicechukwuemeka@gmail.com.
Hoy, el sábado de la vigésima primera semana de tiempo ordinario, la Iglesia celebra el memorial de la pasión de San Juan Bautista.
El Evangelio de hoy narra los acontecimientos que condujeron al asesinato de Juan el Bautista, el profeta de los profetas. Una vez, pregunté a mis feligreses qué hizo Herodía con la cabeza de Juan después de recibirla.
Una solo persona la intentó de esta manera: “Cavó un agujero y la enterró.” Su conjetura podría ser tan buena como la de cualquiera de nosotros.
La verdad es que aparte de satisfacer su mal ego y ventilar su ira, su éxito, así como su último “trofeo” no valían la pena. Esto es porque, ni siquiera le compró la paz que buscaba.
Juan el Bautista fue víctima de la corrupción y la arrogancia de un gobierno malvado. No tenía miedo de hablar cuando vio la corrupción en la tierra. Así que murió por lo que predicó, por lo que es justo y verdadero.
Su vida sigue desafiando a todos nosotros, que hemos sido llamados a ser la luz de nuestra sociedad. Por desgracia, a veces debido a nuestro instinto excesivo de autopreservación tenemos demasiado miedo de enfrentar el mal.
De hecho, Juan dio testimonio tanto con sus palabras como con su vida. Lo dio todo por su misión, y cumplió esas benditas palabras de Cristo: “Quien pierda su vida por mí causa la encontrará” (Mt 16:25).
Sigue siendo una luz en la oscuridad que ninguna cantidad de corrupción podría apagar. Sigue siendo “la voz que grita en el desierto”, que llega a las ciudades modernas de nuestro mundo, y la parte más oculta del corazón de la humanidad.
Juan Bautista sigue siendo la voz que clama contra la injusticia en la tierra, contra los pobres y marginados.
En medio de todas las matanzas, y violencias motivadas por la injusticia y desigualdad, tanto estructural como sistémica en nuestro mundo hoy, Dios nos llama a ser el Juan Bautista de nuestro tiempo. Permanecer callados no es una buena opción.
San Juan Bautista, Ruega por Nosotros.
La paz sea con ustedes
¡Maranatha!