El Espíritu del Señor está sobre Mí
Lecturas: 1ra: 1 Cor 2:1-5; Sal: 118; Ev: Lc 4, 16-30
Esta breve reflexión fue escrita por el Padre Canice Chukwuemeka Njoku, C.S.Sp. Es un sacerdote católico y miembro de la Congregación del Espíritu Santo (Espirítanos). Es un misionero en Puerto Rico, la isla del encanto. Es el Canciller de la Diócesis de Fajardo-Humacao, Puerto Rico; Párroco de la Parroquia la Resurrección del Señor, Canóvanas, y el Superior Mayor la Congregación del Espíritu Santo (Espirítanos), Circunscripción de Puerto Rico y Republica Dominicana. Para más detalles y comentarios se puede contactarlo al: canice_c_njoku@yahoo.com, cancilleriadfh@gmail.com, canicechukwuemeka@gmail.com.
Hoy es el lunes de la vigésimo segunda semana de tiempo ordinario. Hoy marca el comienzo de nuestra reflexión del evangelio según Lucas. Leeremos de ello hasta el final de este año litúrgico, A.
Hoy Cristo fue a Nazaret, y el primer lugar que visitó fue la sinagoga donde presentó el propósito de su misión.
Este es el cumplimiento de la profecía de Isaías: “El espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para llevar a los pobres la buena nueva, para anunciar la liberación a los cautivos y la curación a los ciegos, para dar libertad a los oprimidos y proclamar el año de gracia del Señor” (Is 61:1-3).
Esta profecía se hizo cuando los israelitas vivieron en la esclavitud y la miseria en el exilio. Así que, usando estas mismas palabras como el base de su misión, Cristo anunció su reinado de paz, justicia, libertad y amor a todos aquellos que sufren de todo tipo de opresión e injusticia.
Cristo proclama la buena nueva de la nueva era para todos nosotros. Es importante indicar que, no se dirige sólo a los materialmente pobres, sino a todos: “Dichosos los pobres en espíritu, de ellos es el reino de Dios” (Mt 5:3).
La buena noticia nos libera de dos tipos de esclavitud. La primera es la esclavitud auto impuesta. Resulta de los pecados personales y los errores en la vida. Nos hace, espiritualmente ciegos y débiles. Paraliza nuestra vida espiritual y endurece nuestros corazones contra Dios y todo lo que es bueno.
Esta es la peor forma de esclavitud, porque nos afecta tanto espiritualmente y físicamente. Sólo Dios puede liberarnos de esta esclavitud. Sin embargo, podemos lograr esta liberación por aceptar la buena nueva, y reconciliarse con Cristo, y con uno mismos.
El otro tipo de esclavitud es la que nos impone otros o nuestra sociedad. Esta incluye injusticias estructurales, económicas y sociales que no nos permiten vivir una vida plena en este mundo, aun cuando hacemos todos los esfuerzos necesarios.
Ambos son grandes fuentes de dolor y carga para nosotros. Sin embargo, es importante notar que, Cristo nos fortalece para vencer todos.
Así que, oremos para que al recibir estas prioridades de la misión de Cristo hoy, podamos ser dóciles a Cristo y su espíritu, y para que podamos beneficiarnos, así como ayudar a otros a beneficiarse de su misión.
La paz sea con ustedes.
¡Maranatha!