Cristo habla, y libera con autoridad
Lecturas: 1ra: 1 Co 2:10-16; Sal: 145; Ev: Lc 4:31-37
Esta breve reflexión fue escrita por el Padre Canice Chukwuemeka Njoku, C.S.Sp. Es un sacerdote católico y miembro de la Congregación del Espíritu Santo (Espirítanos). Es un misionero en Puerto Rico, la isla del encanto. Es el Canciller de la Diócesis de Fajardo-Humacao, Puerto Rico; Párroco de la Parroquia la Resurrección del Señor, Canóvanas, y el Superior Mayor la Congregación del Espíritu Santo (Espirítanos), Circunscripción de Puerto Rico y Republica Dominicana. Para más detalles y comentarios se puede contactarlo al: canice_c_njoku@yahoo.com, cancilleriadfh@gmail.com, canicechukwuemeka@gmail.com.
Hoy es el martes de la vigésima segunda semana del tiempo ordinario. El Evangelio de hoy es una continuación del ayer.
Sin perder el tiempo, Cristo ha comenzado a cumplir la misión que anunció en la Sinagoga, sanando a un hombre poseído.
Sin embargo, antes de esta sanación, Lucas nos dice que Cristo se ganó la admiración de las personas que escucharon su predicación. Percibieron que enseña de una manera diferente. Se asombraron porque: “Jesús habla con autoridad.”
Era diferente de los escribas y fariseos que enseñaban o predicaban citando autoridades. Por el contrario, Cristo habla desde su experiencia personal de Dios, su propia vida y con el poder del Espiritu Santo. No actuaba solo.
Por supuesto, con la misma autoridad, Cristo curó al hombre poseído. Esto es evidente en su mandato al demonio: “¡Cállate, sal de él!” Inmediatamente, el demonio dejó al hombre, y fue curado.
Este hombre ha sufrido mucho, y ha sido esclavizado por este demonio durante mucho tiempo. Sin embargo, su encuentro con Cristo transformó su vida.
Hay una lección muy importante para nosotros en el Evangelio de hoy. Es cierto que muchos de nosotros no somos poseídos por el mismo demonio que alienó e hizo la vida miserable para este hombre que Cristo sanó hoy.
Sin embargo, no es imposible que haya otras fuerzas que nos hayan alienado, de las cuales necesitamos liberación. No están lejos de nosotros. Caminan y viven con nosotros todos los días.
Pueden incluir; malos hábitos, materialismo, adicciones de diferentes tipos, redes sociales, un pecado particular, y muchos más. Cada persona sabe lo que es ese “demonio” en su vida. ¿Cuál es el tuyo?
Algunos de nosotros, hemos hecho muchos esfuerzos para liberarnos de ellos, pero no se van, ni quieren dejarnos en paz. Así que, hemos rendido a ellos.
Sin embargo, la buena noticia es que, si sinceramente, dejamos que Cristo los encuentre, les hablará con la misma autoridad: “¡Cállate, sal de él!” Entonces, seremos totalmente liberados de ellos.
La paz sea con ustedes.
¡Maranatha!