Miércoles de la XXII Semana del Tiempo Ordinario, Año A

Cristo nos sana para el Servicio

Lecturas: 1ra: 1 Co 3:1-9; Sal: 33; Ev: Lc 4:38-44

Esta breve reflexión fue escrita por el Padre Canice Chukwuemeka Njoku, C.S.Sp. Es un sacerdote católico y  miembro de la Congregación del Espíritu Santo (Espirítanos). Es un misionero en Puerto Rico, la isla del encanto. Es el Canciller de la Diócesis de Fajardo-Humacao, Puerto Rico; Párroco de la Parroquia la Resurrección del Señor, Canóvanas, y el Superior Mayor la Congregación del Espíritu Santo (Espirítanos), Circunscripción de Puerto Rico y Republica Dominicana. Para más detalles y comentarios se puede contactarlo alcanice_c_njoku@yahoo.com, cancilleriadfh@gmail.com, canicechukwuemeka@gmail.com.

Hoy es el miércoles de la vigésima segunda semana del tiempo ordinario. El Evangelio de hoy es una continuación del ayer.

Cristo incansablemente se dedicó a enseñar, sanar y liberar a la gente. Esto incluye, la suegra de Pedro.

Se vio su ministerio como una responsabilidad, y no principalmente como un asalariado. Así que, era apasionado por su mision, y por el bienestar de su pueblo.

Como Jesús, debemos ver nuestro llamado y misión como una responsabilidad, en lugar de un asalariado, o para la recompensa mundana como su fin. Los salarios o recompensas no se refieren solo al dinero o a cosas materiales.

Buscar deliberadamente e indebidas alabanzas por nuestro servicio y misión, es también una manera de exigir salarios. Si lo hacemos, ya tenemos nuestros salarios y recompensa aquí.

Por lo tanto, cuando atraemos una atención indebida a nosotros mismos por el trabajo que hacemos, también es una manera de ganar un salario por lo que simplemente debería ser nuestra responsabilidad.

Jesús predicó, sanó y liberó a las personas de toda clase de enfermedades y problemas. No había nadie que lo encontrara con fe cuya vida no se transformó.

Una lección muy importante para nosotros en el evangelio de hoy proviene de la sanación de la suegra de Pedro, y de su respuesta y acción inmediatas después.

Esta sanación nos recuerda que Cristo nos sana para servir. Inmediatamente que recuperó su salud y dignidad, se colocó al servicio de toda la familia.

Así que, estamos sanados para que nos podamos poner al servicio de los demás y de nuestra comunidad. Así es, como el reino de Dios se extiende entre nosotros.

La paz sea con ustedes.

¡Maranatha!

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