Renovemos nuestra Alianza con Dios
Lecturas: 1ra: Gen 9, 8-15; Sal: 24, 4-9; 2da: 1Ped 3, 18-22: Ev: Mc 1, 12-15
Esta breve reflexión fue escrita por el Padre Canice Chukwuemeka Njoku, C.S.Sp. Es un sacerdote católico y miembro de la Congregación del Espíritu Santo (Espirítanos). Es un misionero en Puerto Rico. Es el Párroco de la Parroquia la Resurrección del Señor, Canóvanas y el Superior Mayor la Congregación del Espíritu Santo (Espirítanos), Circunscripción de Puerto Rico y Republica Dominicana. El Padre Canice es miembro de la academia de homilética (The Academy of Homiletics). Para más detalles y comentarios se puede contactarlo al canice_c_njoku@yahoo.com, canicechukwuemeka@gmail.com.
(https://orcid.org/0000-0002-8452-8392)
Hoy es el primer domingo de Cuaresma, una temporada de renovación. La temporada de Cuaresma nos provee la oportunidad de renovar nuestra “piel espiritualmente débil y cansada” para llevar una más durable para nuestro viaje. Por lo tanto, en este primer domingo de Cuaresma, la iglesia nos invita a renovar nuestra alianza, y relación con Dios durante esta temporada.

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Nuestra primera lectura narra la alianza incondicional específicamente, entre Dios y Noé; y generalmente, entre Dios y la humanidad. Después del diluvio, Dios le prometió a la humanidad que nunca más destruiría toda la vida en la tierra con un diluvio. Dios dio el arcoíris como señal de la alianza, y una promesa que nunca inundará toda la tierra otra vez.
Una cosa interesante de esta alianza es que somos participes de ella. Y que, aun en nuestro propio tiempo, todavía experimentamos el signo visible de esta alianza a través del arcoíris. Por desgracia, no hemos mantenido nuestra parte de esta alianza. Sin embargo, la buena nueva es que: “Si somos infieles él permanece fiel, porque él no puede negarse a sí mismo” (2 Tim 2:13). Dios nos ofrece otra oportunidad para renovar nuestro compromiso a nuestra alianza con él a través de Cristo, la nueva alianza. Esta renovación debe venir de un corazón sincero, en vez, de sólo nuestros labios.

En la segunda lectura de este domingo, Pedro nos recuerda la nueva alianza de Dios con nosotros a través de Cristo. Él pagó el precio para restaurarnos a Dios. En otras palabras, Cristo no sólo consolida la alianza general entre Dios y nosotros, también, amplió su horizonte. Lo hizo mediante la apertura de la fuente del bautismo a través del cual nos purifica y restaura con Dios. Esto es la renovación de la alianza por parte de Dios. Por lo tanto, todos los que fueron bautizados en el nombre de Jesucristo han participado en esta nueva alianza. Cada año, nos provee la oportunidad a través del tiempo cuaresmal a reflexionar sobre esta alianza y a renovar nuestro compromiso. Por eso, Pablo dice: “Ahora es el momento favorable; el día de la salvación”(2 Cor 6:2).
El Evangelio de Mateo narra brevemente la terrible experiencia de Jesús y, el sacrificio que hizo para prepararse para su misión. Para ser un digno cordero para la renovación de la alianza de Dios con su pueblo, Jesús tuvo que ser probado. Pedro dice claramente: “como el oro se prueba con fuego así y tu fe será probada (1 Pt 1:7). Por lo tanto, el Evangelio de hoy nos recuerda que como Cristo se probó, nuestra fe debe ser probada. Cada día de nuestra vida, el diablo nos tienta y continuará especialmente durante esta temporada sagrada.

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Esto no debe darnos miedo, porque el Espíritu Santo, quien ayudó a Cristo, está siempre disponible para ayudarnos. Mientras nos preparamos para renovar nuestra alianza con Dios, como Cristo, debemos permanecer en oración, ayuno y abstinencia. Debemos pedirle a Dios que nos conceda la fuerza para aguantar hasta al final de nuestra propia experiencia como hizo Cristo. Además, debemos pedirle al Espíritu Santo que, nos llene de humildad y paciencia esta temporada.

Por último, debemos estar preparados para identificar todo que lo hace difícil para cumplir nuestra propia parte de nuestra alianza con Dios. Debemos arrepentirnos de todo corazón, como la escritura dice hoy: “Ha llegado el momento…Arrepentirse y creer en la buena nueva”. Por lo tanto, hay que aprovechar este tiempo cuaresmal para pedirle a Dios perdón por todas las veces que no hemos sido fieles a Dios y a su alianza. Por tanto, alabemos al Señor diciéndole: “Tus caminos, Señor, son fidelidad y amor para los que guardan su alianza.”
¡La paz sea con ustedes!
¡Maranatha!