Readings: 1st: Dan 12, 1-3; Ps 15; 2nd: Heb 10, 11-14.18; Gos: Mk 3, 24-32
Esta breve reflexión fue escrita por el Padre Canice Chukwuemeka Njoku, C.S.Sp. Es un sacerdote católico y miembro de la Congregación del Espíritu Santo (Espirítanos). Es un misionero en Puerto Rico. Es el Párroco de la Parroquia la Resurrección del Señor, Canóvanas y el Superior Mayor la Congregación del Espíritu Santo (Espirítanos), Circunscripción de Puerto Rico y Republica Dominicana. Fue el Canciller de la Diócesis de Fajardo Humacao, Puerto Rico. El Padre Canice es miembro de la academia de homilética (The Academy of Homiletics). Para más detalles y comentarios se puede contactarlo al: canice_c_njoku@yahoo.com, canicechukwuemeka@gmail.com.
(https://orcid.org/0000-0002-8452-8392)
En este trigésimo tercer domingo, celebramos la consumación última al final de tiempo. Las lecturas de este domingo se establecen en un tono profético. En otras palabras, señalan la liberación futura del pueblo de Dios a través de la obra redentora de Cristo.
Las lecturas también nos recuerdan de las temporadas gloriosas que están delante de nosotros. Lo más importante, este domingo la Santa Madre Iglesia levanta nuestra esperanza de salvación, recordándonos nuestro futuro y perfección eterna a través del sacrificio único de Cristo.

En nuestra primera lectura, el Arcángel Miguel es la figura divina que protege nuestra dignidad. Él es el gran príncipe que nos guarda. Hay dos puntos a tener en cuenta aquí. El primero es el papel importante del Arcángel Miguel. Sin embargo, este papel no debe confundirse con el papel de Cristo como Salvador. El Arcángel Miguel es simplemente un guardia fiel.
Segundo, “todos aquellos cuyos nombres se encuentran escritos en el libro serán salvados.” En otras palabras, son los que están marcados para la perfección eterna a través del sacrificio y la sangre de Cristo. La buena noticia es que todavía hay tiempo para inscribir nuestros nombres en este libro. Esto es porque, Cristo nuestro sumo sacerdote eterno ya lo ha hecho posible para que lo logramos.
Nuestra segunda lectura de la carta a los hebreos sigue destacando la eficacia del sacrificio de Cristo para nuestra salvación. Es un sacrificio que marca a todos los creyentes con un signo audaz de: “perdonado, absuelto y sellado para salvación”.
Como el cumplimiento de la antigua alianza, Cristo el sumo sacerdote de la nueva alianza ha ofrecido este sacrificio por una vez para todas. Por lo tanto, lo que tenemos que hacer es simplemente acercarnos al trono de su misericordia para conseguir fuerza de él. Su sacrificio nos ha purificado, y salvado.
En el Evangelio de hoy, Jesús empleó diferentes causas naturales para recordarnos la necesidad de estar alertos para su gran venida. El tono de su mensaje se mueve de la profecía de la gran tribulación, a la profecía de la venida del hijo del hombre.
Por lo tanto, el punto central del mensaje de Cristo es que, nadie sabe cuándo sería este tiempo o momento. Esta lectura nos recuerda que Cristo es un profeta, así como nuestro salvador. Al decir que: “El cielo y la tierra pasarán, pero mi palabra no pasará sin cumplirse,” Cristo desea recordarnos que su venida y nuestra salvación está segura.
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DonateDonate monthlyDonate yearlyTambién, al afirmar que el caos precederá a su venida, es simplemente decir que nada será capaz de detener lo que Dios ha destinado a suceder. Su propósito primordial es establecer todas las tragedias de la vida, la guerra, la destrucción y la persecución en el contexto del establecimiento del reino de Dios.
Sin embargo, después de todo, el tiempo de paz volverá a los hijos de Dios cuyos nombres están escritos en el libro. Nos invita a estar preparados para el nuevo reino que desea establecer. Así que, con confianza en el Señor que está de venir, proclamemos con gozo con el salmista: “Tú eres mi herencia, oh Señor.”
¡La paz sea con ustedes!
¡Maranatha!