Homilía del Quinto Domingo de Cuaresma, Año C

Cristo nos libre de nuestro pecaminoso pasado

Lectura: 1raIs 43, 16-21; Sal: 125; 2Flp 3, 8-14; Ev: Jn 8, 1-11

Esta breve reflexión fue escrita por el Padre Canice Chukwuemeka Njoku, C.S.Sp. Es un sacerdote católico y  miembro de la Congregación del Espíritu Santo (Espirítanos). Es un misionero en Puerto Rico. Es el Párroco de la Parroquia la Resurrección del Señor, Canóvanas y el Superior Mayor la Congregación del Espíritu Santo (Espirítanos), Circunscripción de Puerto Rico y Republica Dominicana. Fue el Canciller de la Diócesis de Fajardo Humacao, Puerto Rico. El Padre Canice es miembro de la academia de homilética (The Academy of Homiletics). Para más detalles y comentarios se puede contactarlo all: canice_c_njoku@yahoo.com, canicechukwuemeka@gmail.com.

(https://orcid.org/0000-0002-8452-8392)

Hoy es el quinto domingo de Cuaresma. Gradualmente, estamos acercándonos al final de la Cuaresma. Por otra parte, nos estamos acercando a la fiesta pascual. En otras palabras, hemos ido alejándonos de la zona de sufrimiento a la zona de la gloria. Por lo tanto, todas las lecturas de este domingo nos dan esperanza y pintan una imagen de un futuro muy brillante para nosotros.

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En la primera lectura, Dios nos dice de las cosas nuevas que ha comenzado a hacer entre nosotros y para nosotros. Él está restaurando la esperanza y nos da motivos para seguir viviendo. Esto significa que, a pesar de las dificultades de este momento y de la temporada, el Señor pondrá una sonrisa en nuestros rostros. Sin duda, lo hará porque: “llanto perdura en la noche, pero el gozo viene por la mañana” (Sal 30, 5).

Por lo tanto, hay esperanza, porque nos acercamos a nuestro mañana. Así que, debemos tener una actitud positiva hacia el futuro a medida que nos acercamos a la Pascua. Esto es porque muy pronto, Dios está dispuesto a cumplir sus promesas a nosotros.

En la segunda lectura, san Pablo nos dice que decidió contar todo como pérdida a causa de Cristo. Esto se hacía con el fin de obtener la gloria futura que se ha revelado en Cristo. Entiende el valor de la vida nueva ofrecida por Dios en Cristo. Sabía que: “La gloria de esta última será mayor que la de la anterior” (Ageo 2, 9). Pablo vio todo esto revelado en él. Por lo tanto, permaneció firme en su fe. Lo hizo hasta el punto de “reproducir la muerte de Cristo en sí mismo.” Esta misma promesa debe sostenernos hasta el final.

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En el evangelio de hoy, los fariseos trajeron una mujer adúltera a Cristo. Pensaron que Cristo la condenará inmediatamente. Pensaban que les daría el permiso para seguir adelante apedreando la mujer hasta la muerte. Sin embargo, estaban equivocados, porque Cristo vino a salvar y no a condenar. Estaban equivocados porque las formas y los pensamientos de Cristo son diferentes de las suyas. Así, en lugar de condenar, Jesús restauró la vida, y ofreció una nueva oportunidad para vivir. Él simplemente le dijo: “Vete y no peques más.”

Como esta mujer, Jesús siempre nos da nuevas oportunidades a pesar de nuestras debilidades. Él sabe lo vulnerables que somos al pecado. Él conoce las fuerzas con lo que nos encontramos diariamente en nuestra vida y en la sociedad. Su misión es salvarnos de todos nuestros pecados personales y de las acusaciones. No es para condenarnos. Es por eso que Él dice: “Yo he venido para que tengan vida y la tengan en plenitud” (Jn 10, 10).

Hoy en día, tenemos que ser alentados por estas palabras de Jesús, “Tampoco yo te condeno.” El perdón total de Cristo es increíble. Cuando dice estas palabras a nosotros, lo que quiere decir es que el pasado está muerto y apagado como una vela. Por lo tanto, Cristo siempre nos llena de gozo y alegría. Esto es lo Él nos dará pronto, por medio de su muerte y resurrección.

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Por último, a medida que nos acercamos a la gloriosa temporada de Pascua, el Señor mismo nos dice: “Vete y no peques más.” Este es un recurso que debemos creer y poner en práctica. Nos promete un futuro mejor y una participación en su gloria si permanecemos fieles a este orden. Por lo tanto, siempre debemos ir a Jesús independientemente de nuestra situación. Esto es porque Él está siempre listo para absolvernos de todos los cargos contra nosotros. Así que, gritemos con gozo: “El Señor ha hecho grandes cosas por nosotros, y estamos alegres.” 

¡La paz sea con ustedes!

¡Maranatha!

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