Celebrando a Cristo en la Santa Eucaristía
Lectura: 1ra: Ex 12:1-8; Sal 115; 2da: 1 Cor 11:23-26; Ev: Jn 13:1-15
Esta breve reflexión fue escrita por el Padre Canice Chukwuemeka Njoku, C.S.Sp. Es un sacerdote católico y miembro de la Congregación del Espíritu Santo (Espirítanos). Es un misionero en Puerto Rico. Es el Párroco de la Parroquia la Resurrección del Señor, Canóvanas y el Superior Mayor la Congregación del Espíritu Santo (Espirítanos), Circunscripción de Puerto Rico y Republica Dominicana. Fue el Canciller de la Diócesis de Fajardo Humacao, Puerto Rico. El Padre Canice es miembro de la academia de homilética (The Academy of Homiletics). Para más detallesy comentarios se puede contactarlo all:
canice_c_njoku@yahoo.com, canicechukwuemeka@gmail.com.
(https://orcid.org/0000-0002-8452-8392)
Jueves Santo es el día de la institución de la Santa Eucaristía y nuestro cumpleaños tanto como sacerdotes ministeriales y sacramentales. Por lo tanto, me gustaría empezar esta breve reflexión felicitando a todos nosotros, los fieles. Es un día de volvernos a adherir a la misión de Cristo. Hoy Cristo demostró su humildad lavando los pies de sus discípulos. Así que están invitados a seguir el ejemplo de la humildad de Cristo.

Hoy la Iglesia celebra el maravilloso regalo de Dios para ella y todo el mundo: la institución de la Eucaristía. La Eucaristía es el alimento que Dios ha ofrecido generosa y providencialmente hizo disponible a nosotros con el fin de alimentarnos en nuestro camino espiritual. Según el Papa Francisco: “La Eucaristía no es sólo una semana de celebrar nuestra fe, sino que debe afectar radicalmente nuestra relación con los demás, especialmente con los más necesitados”.
La Eucaristía nos da la gracia de sentirnos perdonados y estar dispuestos a perdonar a los demás. No asistimos a misa porque somos dignos o porque somos mejor que otros. Más bien, es porque sabemos que siempre necesitamos el amor, la gracia y la misericordia de Dios. Estos vienen a nosotros a través del cuerpo y la sangre de Cristo. La Eucaristía tiene efecto en la vida de nuestras comunidades cristianas. Por lo tanto, la iglesia recibe su identidad y misión de la Eucaristía.
La institución de la Eucaristía por Cristo el Jueves Santo igualmente marca la institución del sacerdocio ministerial. Por lo tanto, el sacerdocio es el don y misterio de Dios. Esto significa que es Dios, que llama y decide a quién llamar. La naturaleza mística del sacerdocio se deriva en primer lugar, en la vida de Melquisedec y, en segundo lugar, de Cristo.

Esta naturaleza mística también alcanza su plenitud en la Cena del Señor el Jueves Santo, y en cada Misa. Es decir, la consagración del pan y del vino, se transforma en el verdadero cuerpo y sangre de Cristo. Por lo tanto, el sacerdote es el defensor de la verdad. Él está con los ángeles para dar gloria a Dios. Él hace sacrificios a la altura de Dios. Se comparte en el sacerdocio de Cristo, y restaura a la imagen de Dios.
Hoy debemos imitar la humildad de Jesús. En el Evangelio de hoy, eligió lavar los pies de sus discípulos. Él también se alimenta no sólo de alimentos sino también, con alimento espiritual. Esto es con el fin de mostrarnos y enseñarnos que debemos estar preparados para servir a nuestros hermanos y hermanas. En vez de luchar para ser el líder y el jefe todo el tiempo, como Jesús, aspiremos a ser el siervo de los demás.

La alegría de trabajar en la viña del Señor proviene principalmente del servicio a los demás, en lugar de ser servido. Sin embargo, esto sólo es posible a través de un corazón humilde preparado para el servicio. Una vez más, felicitaciones a todos los fieles de Dios, que aman a Jesús en la Sagrada Eucaristía.
¡La paz sea con ustedes!
¡Maranatha!