Homilía del Décimo Sexto Domingo del Tiempo Ordinario, Año C

Prestando atención a Cristo Nuestro Huésped

Lecturas: 1ra: Ge 18, 1-10; Sal: 14, 2-5; 2da: Col 1, 24-28; Ev: Lc 10, 38-42

Esta breve reflexión fue escrita por el Padre Canice Chukwuemeka Njoku, C.S.Sp. Es un sacerdote católico y  miembro de la Congregación del Espíritu Santo (Espirítanos). Es un misionero en Puerto Rico. Es el Párroco de la Parroquia la Resurrección del Señor, Canóvanas y el Superior Mayor la Congregación del Espíritu Santo (Espirítanos), Circunscripción de Puerto Rico y Republica Dominicana. Era el Canciller de la Diócesis de Fajardo Humacao, Puerto Rico. El Padre Canice es miembro de la academia de homilética (The Academy of Homiletics). Para más detalles y comentarios se puede contactarlo all: 

canice_c_njoku@yahoo.com, canicechukwuemeka@gmail.com.

(https://orcid.org/0000-0002-8452-8392)

En este decimosexto domingo del tiempo ordinario acogemos a Cristo nuestro amigo y huésped. Hoy, la iglesia nos recuerda la importancia de la hospitalidad. Es una virtud cristiana y nuestro deber hacia los demás. Ella también, nos recuerda la necesidad de prestar atención a Cristo nuestro huésped. Lo más importante, nos aconseja no prestar más atención a las cosas materiales que a las cosas espirituales.

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En la primera lectura, Abraham muestra su hospitalidad y acogió tres extraños en su casa. Por suerte para él, los extranjeros eran mensajeros de Dios. No sólo los recibió bajo su techo, se tomó el cuidado de sus necesidades materiales y también prestó atención a su mensaje e instrucción. Por lo tanto, a través de su hospitalidad, expresó su espiritualidad. Por esto, Dios decidió recompensar y bendecir a su hogar.

Sin embargo, debemos tener cuidado de no interpretar este episodio como estrictamente transaccional. Es decir: Dios le prometió a Abraham un hijo porque él era generoso. O, que Dios sólo es bueno con nosotros porque somos buenos con El. En la medida en que Dios quiere que seamos hospitalarios, Su amor y bendiciones por nosotros es incondicional e inigualable.

Claro, Dios puede decidir recompensarnos por hacer algo bueno, pero no es amable con nosotros sólo por lo que hacemos por él, o por lo que le ofrecemos. Por lo tanto, tenemos que ser buenos y hospitalarios, porque es correcto y justo, y no sólo porque estamos esperando una recompensa de Dios o de cualquier otra persona.

En nuestra segunda lectura, Pablo nos recuerda que, Cristo es el misterio oculto que Dios ha revelado a nuestro mundo. Por supuesto, este misterio es nuestro huésped y “la esperanza de nuestra gloria” Recibir y aceptar este misterio como lo hizo Pablo, es el primer paso para establecer un fuerte y una sólida relación con Dios.

El Evangelio de hoy nos presenta un pequeño desafío. Este desafío está en la respuesta de Jesús a Marta, muchas cosas te preocupan…siendo así que una sola es necesaria. María escogió la mejor parte y nadie se la quitará”. Hay una fuerte tendencia a pensar que Cristo estaba en contra de cuidar las necesidades materiales de nuestros huéspedes.

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Sin embargo, es simplemente una llamada a poner nuestras prioridades en lo correcto. Quizás, Jesús sintió que no era suficiente para Marta acoger o recibirle en su casa. Se debería también poner más atención a lo que Él tenía que decir. Una parte bien importante de la hospitalidad es prestar atención a las personas. A veces, lo que las personas necesitan de nosotros no son cosas materiales, pero, nuestra atención.

Hoy en día, es obvio que muchos cristianos han perdido sus prioridades en la vida. Esto es a pesar de que trabajamos mucho en la casa de Dios. Por lo tanto, hay un refrán que dice: “Uno tiene tiempo para el trabajo de Dios, pero no tiene tiempo para Dios, el dueño del trabajo. “Hoy, mucho de nosotros cristianos están tan distraídos con muchas actividades sociales y materiales (incluso en la iglesia y en nuestros hogares) que apenas tenemos tiempo para ninguna reflexión espiritual.

En muchos de nuestros hogares se presta atención a todas otras cosas, pero poca o ninguna atención para el crecimiento espiritual de los miembros de nuestras familias. Tenemos tiempo para actividades sociales, pero poco o ningún tiempo para orar juntos o estudiar juntos la palabra de Dios.

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Tenemos que consolidar nuestra relación con Cristo, por estar cerca de Él como una familia, prestando atención a lo que el Señor quiere decirnos. Cristo necesita nuestra atención, porque tiene algo nuevo qué enseñarnos cada día. Él quiere pasar un momento agradable con nosotros cada día en nuestra familia. Él quiere que vivamos en su presencia todo el tiempo. Así que, el salmista nos recuerda hoy que: “¡El justo vivirá en la presencia del Señor!” 

¡La paz sea con ustedes!

¡Maranatha!

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