El Espíritu Santo dará testimonio de la Verdad
Lecturas: 1ra: Hch 16:11-15; Sal: 149; Ev: Jn 15:26–16:4
Esta breve reflexión fue escrita por el Reverendo Padre Njoku Canice Chukwuemeka, C.S.Sp. Él es un sacerdote católico y un miembro de la Congregación de los Padres y Hermanos del Espíritu Santo (Espirítanos). Él está trabajando con el Grupo Internacional Espirítano De Puerto Rico y República Dominicana. Él es el administrador de la Parroquia La Resurrección del Señor, Canóvanas y el Canciller de la Diócesis de Fajardo-Humacao, Puerto Rico. Para más detalles y comentarios se puede contactarlo en: canice_c_njoku@yahoo.com, cancilleriadfh@gmail.com, canicechukwuemeka@gmail.com.
Hoy es lunes de la sexta semana de Pascua. En el Evangelio de hoy según san Juan, Jesús sigue aconsejando y animando a sus discípulos.
Jesús enseñó a sus discípulos con su palabra, y los preparó para la vida cuando ya no estaría con ellos. Sabía que, habría oposición, y que sus vidas estarán en el peligro por ser sus discípulos.
Así que, él continúa reafirmando su promesa de enviarles el Espíritu Santo, el “Abogado” que les ayudará después de que él se haya ido. El Espíritu Santo afirmará la vida, y el amor de Cristo. Además, el Espíritu Santo dará testimonio de lo que es verdad.
Como sus discípulos, Jesús también nos está diciendo que estas cosas, para que, nuestra fe no sea sacudida. Cuando el Espíritu Santo venga, él fortalecerá nuestra convicción, y nos mantendrá seguros y en paz.
También, Cristo nos asegura que el Espíritu Santo, el Consolador, que viene del Padre, nos apoyará en dar testimonio a la buena nueva. Esto será, a pesar de los desafíos que enfrentaremos.
Por supuesto, seremos testigos de Cristo. Sin embargo, esto no será solo a través de las palabras, sino a través de nuestras acciones, y buenas obras. Según san Francisco de Asís, debemos predicar la buena nueva siempre con nuestra vida y, solo ocasionalmente, con palabras.
Así que, mantengamos nuestro corazón y nuestra mente abiertos, para recibir este maravilloso don que Cristo está dispuesto a darnos pronto.
Finalmente, oremos para que Cristo nos mantenga fieles hasta que cumpla su promesa para nosotros. Alleluia, Alleluia!
La paz sea con ustedes
¡Maranatha!