Martes, XXXII Semana del Tiempo Ordinario, Año A

San León Magno, Ruego por Nosotros

Lecturas: 1ra: Ti 2, 1-8. 11-14; Sal: 36; Ev: Lc 17:7-10

Esta breve reflexión fue escrita por el Padre Canice Chukwuemeka Njoku, C.S.Sp. Es un sacerdote católico y  miembro de la Congregación del Espíritu Santo (Espirítanos). Es un misionero en Puerto Rico, la isla del encanto. Es el Canciller de la Diócesis de Fajardo-Humacao, Puerto Rico; Párroco de la Parroquia la Resurrección del Señor, Canóvanas, y el Superior Mayor la Congregación del Espíritu Santo (Espirítanos), Circunscripción de Puerto Rico y Republica Dominicana. Para más detalles y comentarios se puede contactarlo alcanice_c_njoku@yahoo.com, cancilleriadfh@gmail.com, canicechukwuemeka@gmail.com.

Hoy, el lunes de la trigésima semana del tiempo ordinario, la Iglesia honra una gran figura, San León magno, papa y doctor.

León magno gobernó la iglesia desde 440 hasta 461. Como escritor, su nombre es famoso. Sus sermones, que frecuentemente ocurren en el oficio divino, pertenecen a la más fina y profunda literatura patrística.

El Consejo de Calcedonia fue sostenido bajo su dirección en 451. Este Concilio definió que Cristo es una persona divina con dos naturalezas, divina y humana. León magno también fue activo en asuntos litúrgicos.

En el evangelio de hoy, Jesús concluyó su discurso a sus discípulos diciendo: “Cuando hayan cumplido todo lo que se les mandó, digan: ‘No somos más que siervos; sólo hemos hecho lo que teníamos que hacer’”.

A través de estas palabras, Cristo sugiere que servir a los demás es un privilegio en sí mismo. Así que, nos recuerda nuestro deber como siervos, que debemos cumplir con humildad y con espíritu de servicio.

Además, esta breve lectura nos recuerda el dicho de que “hay dignidad en el trabajo” y en el servicio. Esto es, especialmente cuando se hace alegremente.

Por lo tanto, como siervos fieles, siempre debemos estar listos para servir, no solo al Señor sino a los demás de manera caritativa. Cuando lo hagamos, debemos estar agradecidos a Dios por darnos la oportunidad de servir.

Como siervo humilde y fiel, León magno sirvió bien a la iglesia y dejó una gran huella en la historia de la iglesia. Hoy todavía cosechamos el fruto de su obra buena y duradera a través de sus doctrinas.

Así que, por la intercesión de León magno, pidamos a Dios, que nos dé un espíritu de servicio fiel y humilde.

La paz sea con ustedes.

¡Maranatha!

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