Homilía para el Domingo de Pascua, Año C

Cristo Ha Resucitado !Aleluya!
Lecturas: 1ra: Hch 10: 34. 37-43; Sal: 117, 1-2. 16-23; 2da: Col 3:1-4; Ev: Jn 20, 1-9

Esta breve reflexión fue escrita por el Padre Canice Chukwuemeka Njoku, C.S.Sp. Es un sacerdote católico y  miembro de la Congregación del Espíritu Santo (Espirítanos). Es un misionero en Puerto Rico. Es el Párroco de la Parroquia la Resurrección del Señor, Canóvanas y el Superior Mayor la Congregación del Espíritu Santo (Espirítanos), Circunscripción de Puerto Rico y Republica Dominicana. Fue el Canciller de la Diócesis de Fajardo Humacao, Puerto Rico. El Padre Canice es miembro de la academia de homilética (The Academy of Homiletics). Para más detalles y comentarios se puede contactarlo all: 

canice_c_njoku@yahoo.com, canicechukwuemeka@gmail.com.

(https://orcid.org/0000-0002-8452-8392)

¡Cristo el Señor ha resucitado! ¡Aleluya! Los cristianos se apresuran a darle homenaje ¡Aleluya! Hace un par de semanas que iniciamos lo que parecía, un viaje infinito y sin esperanza. Hoy hemos llegado al final de ese viaje. Hoy es el mayor de todos los domingos en el calendario cristiano debido a la novedad de la vida que se aporta. Hoy una nueva época ha comenzado totalmente. Esto es porque Jesús histórico, que sufrió, fue crucificado, murió y fue sepultado ha sido glorificado ahora.

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El cuento corto es que Cristo ha resucitado en cumplimiento de su promesa: “Yo resucitaré en el tercer día.” La batalla ha terminado. No hay controversia porque Jesús es el Señor. Hoy celebramos el triunfo del bien sobre el mal, de la luz sobre las tinieblas, y de la paz sobre el caos. Celebramos la esperanza, la paciencia y el cumplimiento de la promesa de Dios a su pueblo. También celebramos la singularidad de nuestra religión, que es la resurrección de nuestro Señor. A través de su resurrección, Jesús afirma que Él es el Señor de los vivos y de los muertos.

Una pregunta que debemos preguntarnos este domingo de Pascua es: ¿Yo resucité con Cristo esta Pascua? El evangelio de hoy nos dice que Jesús dejó los lienzos en la tumba. En otras palabras, Cristo no permitió que cualquier cosa material le impidiera levantarse. Si debemos estar a la altura de Cristo, de la misma forma debemos estar dispuestos a desprendernos de las cosas innecesarias que nos tiran hacia abajo espiritualmente. A través de nuestra observancia cuaresmal hemos muerto con Cristo. Así que hemos resucitado con Él a través del poder del Espíritu Santo.

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Como san Pablo, hoy nuestra canción debe ser dar gracias a Dios: “Te bendecimos Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que en su gran misericordia nos ha dado un nuevo nacimiento…por haber levantado a Jesús Cristo de los muertos”. Esto es porque, la muerte de Cristo fue nuestra muerte y su resurrección es también nuestra resurrección. Por lo tanto, su triunfo, su alegría y su gloria son igualmente nuestro.

Como discípulos de Cristo, nuestro testimonio a partir de hoy será: “He visto de la gloria de Cristo…Cristo mi esperanza ha resucitado…” Como los apóstoles, nuestro deber es para difundir la buena nueva de la resurrección del Señor a todo el mundo. Al igual que Pedro en la primera lectura de hoy, debemos decir a todas las personas: “Ahora somos los testigos…que comimos y bebimos con Él después de su resurrección…”

Habiendo sido resucitados con Cristo, debemos actuar como los vivos y no como los muertos. Debemos buscar las cosas de la luz, las cosas que son nobles y cosas que glorifican a Dios. Debemos buscar las cosas celestiales para vivir como ciudadanos del cielo en lugar de “enlazar el espíritu en la tierra.” Esto es lo que Pablo nos exhorta a hacer hoy cuando dice: “Ya que se han puesto de nuevo a la vida con Cristo, deben buscar las cosas que están en el cielo, donde está Cristo”.

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En otras palabras, debemos vivir el tipo de vida que es digno de una persona que ha resucitado y vive con Cristo. Por lo tanto, debemos cantar con el salmista en este glorioso día de Pascua: “Este es el día que hizo el Señor; nos regocijamos y alegramos.” ¡Aleluya!

¡La paz sea con ustedes

¡Maranatha¡

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